La prohibición de exportaciones de Kazajistán causa estragos en la producción rusa de misiles, drones y munición

Hoy llegan noticias importantes desde Asia Central.

Aquí, Kazajistán ha dado un paso decisivo que señala un nuevo y marcado giro en su postura hacia Rusia. Al imponer controles fronterizos estrictos, el país está enviando una señal clara de que el tiempo del apoyo silencioso a la evasión rusa de sanciones ha terminado.

Kazajistán ha introducido nuevas normas de exportación que permanecerán en vigor durante al menos un año, destinadas a restringir la reexportación de bienes de doble uso a Rusia y a minimizar el riesgo de elusión de sanciones. Según las nuevas reglas, una amplia gama de productos ahora requiere licencias de exportación obligatorias, mientras que los bienes importados de la Unión Europea, Estados Unidos y el Reino Unido quedan sujetos a un control reforzado y se les prohíbe explícitamente su reexportación a Rusia.

Aunque Kazajistán no se ha unido formalmente a las sanciones occidentales, está alineando claramente su marco regulatorio con ellas. Este paso es particularmente significativo dado el elevado potencial industrial propio de Kazajistán, que incluye la producción de embarcaciones, vehículos blindados y de artillería, ametralladoras, equipos de visión nocturna, granadas, torpedos y material de protección. Incluso sin reconocer públicamente exportaciones de este tipo a Rusia, Kazajistán está indicando que ya no está dispuesto a servir como un centro de tránsito permisivo para la economía de guerra de Moscú.

Lo que hace que esta decisión sea especialmente dolorosa para el Kremlin es lo que ahora ha quedado cortado. Tras la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, las sanciones empujaron a Moscú a mirar con mayor atención a la industria de defensa kazaja como proveedor compatible. Según diversas informaciones, Rusia había planeado recientemente adquisiciones de defensa a empresas kazajas, incluidas municiones de artillería, proyectiles de mortero, cohetes e incluso vehículos blindados de transporte de personal.

Aunque el Ministerio de Industria y Desarrollo de Infraestructura de Kazajistán negó haber aprobado tales acuerdos, el anuncio gubernamental de una suspensión de un año de todas las exportaciones de defensa pone fin de facto a cualquier ambigüedad. Incluso los intentos prorrusos de publicar supuestos documentos de adquisición no lograron verificar que dichas transferencias estuvieran en curso. En cualquier caso, la suspensión elimina a Kazajistán como proveedor alternativo fiable en un momento en que las cadenas de suministro tradicionales de Rusia ya están sometidas a una presión extrema.

Más allá de las armas terminadas, el verdadero golpe estratégico reside en la ofensiva de Kazajistán contra los bienes de doble uso. Durante años, Kazajistán desempeñó un papel central en la red rusa de evasión de sanciones al reexportar componentes críticos procedentes de países occidentales o de China.

Estos artículos, aunque civiles sobre el papel, son esenciales para la guerra moderna. Los microchips y semiconductores son un ejemplo clave, ya que las exportaciones kazajas de estos componentes pasaron de apenas 245.000 dólares en 2021 a más de 18 millones en 2022, mientras que sus propias importaciones superaron los 75 millones, en gran medida en envíos destinados a Rusia. La electrónica y los componentes especializados siguieron el mismo patrón, con exportaciones que superaron los 575 millones de dólares en los primeros diez meses de 2022, frente a solo 30–35 millones un año antes. Las exportaciones de hardware informático se dispararon de 127.000 en 2021 a casi 296 millones en 2022.

Kazajistán también se convirtió en un conducto para drones y sus componentes, exportando a Rusia más de 1,2 millones de dólares tras importar volúmenes mucho mayores, adquiridos principalmente en Asia Oriental. Las máquinas herramienta y los equipos de precisión, a menudo canalizados a través de empresas pantalla de reciente creación, alimentaron aún más la base militar-industrial rusa.

La decisión de Kazajistán de endurecer los controles de exportación sobre distintos bienes hacia Rusia se debe principalmente a la creciente presión para evitar sanciones secundarias occidentales, ya que el país enfrenta un escrutinio cada vez mayor y advertencias de penalizaciones por facilitar las redes de evasión rusas.

Las consecuencias del cierre de este canal ya son tangibles, ya que los nuevos controles de exportación han provocado retrasos inmediatos, medidos en meses, en los plazos de producción rusos de sistemas como las municiones merodeadoras Lancet, los drones de reconocimiento Orlan, los módulos de guiado de los Shahed y los misiles Kalibr e Iskander, que ahora afrontan demoras de varios meses.

La industria de defensa rusa, fuertemente dependiente de la electrónica y los componentes importados, se ve obligada a buscar rutas alternativas que son más caras, más lentas y cada vez más arriesgadas. Esto afecta a la capacidad de Rusia para llevar a cabo ataques tanto en el frente como en la retaguardia profunda, ya que cada arma que no se produce es un arma menos que puede emplearse contra Ucrania.

En conjunto, la decisión de Kazajistán marca un endurecimiento de su rumbo estratégico, alejándose de acomodar discretamente a Rusia y avanzando hacia una mayor alineación con la aplicación de las sanciones occidentales. A medida que sigan surgiendo nuevas restricciones, la pérdida de Kazajistán como centro clave de importación y tránsito debilitará aún más la capacidad de Rusia para sostener su esfuerzo bélico. Para un país que ya lucha por asegurar componentes críticos, este paso representa otro golpe serio.