El primer asalto invernal ruso sale terriblemente mal, con blindados amontonados y destrozados en la nieve
La dirección de Pokrovsk sigue siendo uno de los dilemas operativos más apremiantes para Rusia, ya que los repetidos fracasos frontales obligan a Moscú a buscar formas alternativas de romper las defensas ucranianas. Con los accesos del norte firmemente controlados, los comandantes rusos recurren cada vez más a maniobras de flanqueo arriesgadas que prometen ganancias operativas sin el coste de los combates urbanos. Sin embargo, este sector está definido más por la preparación ucraniana que por la iniciativa rusa, ya que las defensas en capas, las fortificaciones previamente construidas y la densa cobertura de drones dominan el espacio de batalla. Las fuerzas ucranianas han estructurado deliberadamente la zona para negar la sorpresa, convirtiendo el terreno abierto y las redes viales en corredores letales en lugar de vías de avance. A pesar de sus ventajas numéricas, la libertad de maniobra rusa está severamente limitada por la vigilancia constante y la rápida capacidad de ataque de Ucrania. Como resultado, cualquier intento ruso de alterar la situación en torno a Pokrovsk depende ahora de superar el sistema defensivo ucraniano basado en drones, y no únicamente de la masa o la velocidad.

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