Hoy hay noticias importantes desde Oriente Medio.
Aquí, la incapacidad de Irán para proteger sus activos de defensa aérea ha llevado al país a un fracaso total en su intento de defenderse y de resguardar sus valiosos recursos militares. La completa superioridad aérea israelí sobre el oeste de Irán ha transformado decisivamente el campo de batalla, con las fuerzas iraníes perdiendo rápidamente el control de su propio territorio.

En las primeras horas de la operación israelí, más de cien activos críticos de defensa aérea iraníes, estaciones de radar, sistemas de misiles y cazas fueron sistemáticamente desmantelados.

Esta operación quirúrgica abrió el espacio aéreo desde las fronteras occidentales de Irán, extendiéndose hacia el este e incluso abarcando la capital, Teherán. La aniquilación de estos sitios clave dejó efectivamente ciega a la red de defensa aérea de Irán, perjudicando gravemente su capacidad de respuesta.

Inicialmente, los ataques israelíes se dirigieron a instalaciones de radar vitales para el control del espacio aéreo. El sitio de radar Subashi, esencial para coordinar la defensa aérea en el noroeste de Irán, fue destruido primero, exponiendo grandes partes del corazón del país y abriendo rutas aéreas directas hacia Teherán. Otra instalación crucial, el sitio de radar de Piranshahr cerca de la frontera con Irak, fue igualmente neutralizada en los primeros momentos de las hostilidades.

Estos ataques tempranos privaron a las fuerzas iraníes de capacidades críticas de alerta temprana, lo que permitió ataques de precisión posteriores contra activos móviles de defensa antimisiles.

Tras la neutralización de los radares, los sistemas de misiles tierra-aire de Irán fueron el siguiente objetivo a destruir. Es destacable la interceptación y destrucción de una unidad de defensa aérea Sevom Khordad sobre un camión de transporte en la autopista Saveh-Teherán antes de su despliegue. Un lanzador de misiles Tor de corto alcance cerca de Dalahu, en el oeste de Irán, corrió la misma suerte, debilitando aún más la capacidad defensiva local. Lo más notable fue la destrucción por parte de Israel de un radar S-300 fundamental en la estratégica base aérea de Isfahán, eliminando una pieza clave de la defensa aérea de largo alcance iraní. Posiciones adicionales de radar y sistemas SAM en el noroeste iraní fueron atacadas repetidamente, desmantelando sistemáticamente lo que quedaba del paraguas aéreo de Irán.

Una vez neutralizadas las defensas aéreas terrestres, la Fuerza Aérea israelí llevó a cabo ataques de precisión contra bases aéreas iraníes, devastando la flota de combate iraní y su capacidad para disputar el control del espacio aéreo en el oeste del país.

Informes confirmados de inteligencia de fuente abierta documentan la destrucción de varias aeronaves iraníes en tierra, incluidos varios F-14 Tomcat, un símbolo significativo del poder aéreo iraní previo a la revolución, así como un avión cisterna vital en el aeropuerto de Mashhad.


Además, un número no especificado de cazas MiG-29 y bombarderos Su-24 estacionados en el aeropuerto de Mehrabad fueron severamente dañados o destruidos en sus hangares, restringiendo drásticamente las capacidades restantes de combate aéreo de Irán.

El impacto acumulado de estas operaciones dirigidas interrumpió profundamente las estructuras de mando y los mecanismos de respuesta iraníes. Sin cobertura de radar ni bases aéreas operativas, los activos militares restantes de Irán fueron reubicados rápidamente hacia zonas más seguras al este, lejos de la creciente dominancia aérea de Israel. Pero reposicionar estos activos críticos, especialmente los lanzadores de misiles balísticos, presentó nuevos desafíos. Irán intentó mantener su capacidad de ataque con misiles al reubicar los lanzadores en provincias orientales, con la esperanza de que la distancia los protegiera de los ataques israelíes. Sin embargo, los misiles balísticos iraníes generalmente tienen un alcance máximo de unos 2.000 kilómetros, lo que limita las posiciones de lanzamiento a una franja cada vez más reducida de territorio sobre la que Israel aún no tiene total superioridad aérea.

A pesar de estas medidas, los esfuerzos iraníes por preservar sitios operativos de lanzamiento se ven gravemente comprometidos por las actividades en curso de la inteligencia israelí. Agentes del Mossad, reforzados por drones estadounidenses y satélites en tiempo real, rastrean y exponen agresivamente todos los movimientos, lo que resulta en la destrucción de muchos activos militares iraníes mientras se desplazan. En consecuencia, incluso el este de Irán ya no ofrece un santuario garantizado para los misiles balísticos, obligando a los comandantes iraníes a adoptar medidas cada vez más desesperadas para preservar cualquier capacidad ofensiva restante.

Como resultado, el número de ataques con misiles iraníes contra Israel ya se ha reducido significativamente, mientras que los centros de mando, centros logísticos y lanzadores de misiles restantes continúan siendo desmantelados en masa.

En conjunto, la catastrófica pérdida de superioridad aérea por parte de Irán al inicio de las hostilidades ha determinado fundamentalmente el curso posterior del conflicto. Al incapacitar radares y defensas antimisiles, destruir aeronaves vitales y forzar la reubicación de sistemas de misiles hacia el este, Israel aseguró una dominancia aérea indiscutible sobre vastas zonas del territorio iraní. Los intentos iraníes de adaptarse trasladando activos fuera del alcance inmediato de los ataques israelíes resultan cada vez más inútiles y, en última instancia, el temprano establecimiento de una superioridad aérea absoluta por parte de Israel ha definido decisivamente el campo de batalla, limitando severamente las opciones de Irán y sellando el destino no solo de su defensa aérea, sino posiblemente del propio país.

Comentarios