Hoy, llegan muchas noticias interesantes desde el Mar de Japón.
Aquí, tras el audaz ataque ucraniano con drones submarinos contra el puente de Kerch, los analistas rusos han comenzado a dar la voz de alarma ante la posibilidad de un seguimiento aún más devastador. Para ellos, la operación en Kerch no fue solo un éxito espectacular, sino que pareció un ensayo general para algo mucho más peligroso, dirigido contra las bases navales más sensibles de Rusia en el lejano oriente.

A la luz del enorme éxito de la operación “Spiderweb”, que demostró la capacidad de Ucrania para golpear en el corazón del territorio ruso mediante medios convencionales y no convencionales, el Servicio de Seguridad de Ucrania llevó a cabo otro golpe sorprendente.

En su propia operación especial, los ucranianos atacaron la estructura de soporte submarina del puente de Kerch. La explosión, estimada en 1.100 kilogramos, detonó a unos 10 metros de profundidad, lo que hace que los daños sean más difíciles de evaluar y reparar. De forma destacada, Ucrania anunció el ataque difundiendo imágenes tomadas desde una cámara de seguridad rusa, lo que demuestra lo profundamente infiltrados que están los servicios de inteligencia ucranianos en las redes rusas.


Para llevar a cabo el ataque, los ucranianos utilizaron una nueva variante del dron naval submarino Toloka 1.000 o el Toloka 400. Estos nuevos drones, mejoras del Toloka 150, pueden transportar entre media tonelada y cinco toneladas de explosivos, con un alcance de 1.000 a 2.000 kilómetros, respectivamente.


Los drones pueden operar a una profundidad de hasta 40 metros. Su diseño compacto y sus sistemas de propulsión silenciosos los hacen ideales para misiones de sabotaje encubiertas contra infraestructura naval y logística rusa de alto valor.

Sin embargo, los analistas rusos señalan que Ucrania podría haber usado múltiples drones Toloka en secuencia para atravesar defensas y colapsar el puente. Por ello sugieren que no se trató del ataque principal, sino de una prueba de campo para evaluar las capacidades de los drones submarinos mejorados.

La operación Spiderweb ya había demostrado que Ucrania puede golpear profundamente dentro de Rusia utilizando plataformas no convencionales, alcanzando objetivos inesperados más allá de las líneas de frente tradicionales.

Ahora, con nuevos drones submarinos mejorados en juego, los analistas rusos han comenzado a alertar de que los activos navales del Pacífico están bajo amenaza inminente.

Los análisis rusos temen que, para atacar el lejano oriente ruso, los ucranianos puedan usar buques portacontenedores cargados con drones navales camuflados. Ucrania opera una gran flota de embarcaciones comerciales, incluidos buques portacontenedores. Estos son más difíciles de regular e inspeccionar, lo que facilita el contrabando de drones submarinos en su interior.

Además, una coordinación cuidadosa de los envíos hacia puertos internacionales de aliados de Ucrania, como Australia, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, podría reducir el riesgo de que se intercepte una operación de este tipo, especialmente con la cooperación de servicios de inteligencia aliados.

Una vez que los buques portacontenedores ingresen al Mar de Japón, al Mar de Ojotsk o incluso atraquen en puertos rusos, ya estarían dentro del rango de despliegue de drones submarinos, dado que el Toloka 1.000 tiene un alcance mínimo de 2.000 kilómetros. Ucrania podría lanzar estos drones desde la cubierta o mediante una configuración submarina comparable a un lanzamiento de torpedo.


Los objetivos serían las bases navales rusas en Vladivostok y en la península de Kamchatka. La base de Vladivostok alberga la flota de superficie del Pacífico ruso, con varios destructores, corbetas y el buque insignia de la flota del Pacífico, el crucero Varyag. La base de Kamchatka alberga los submarinos nucleares de Rusia, que son portadores de misiles balísticos y de crucero con capacidad nuclear, y se considera una de las instalaciones más seguras de Rusia. Con una carga máxima de hasta cinco toneladas —diez veces mayor que los torpedos convencionales—, los Toloka 1.000 podrían hundir varios buques con un solo dron.

Este tipo de ataques no tendrían un impacto militar directo para Ucrania, pero llevarían la guerra al territorio ruso como nunca antes se ha visto. Además, socavarían aún más la capacidad de Rusia para defenderse, erosionando el triángulo nuclear ruso, que ya ha perdido más de un tercio de su flota estratégica de bombarderos. Una operación de este tipo aumentaría exponencialmente la presión sobre Rusia para alcanzar un acuerdo de paz realista, como ya observó la delegación ucraniana en Estambul, que señaló cómo, tras el inicio de la operación Spiderweb, sus contrapartes rusas se mostraron mucho menos hostiles que antes.

En conjunto, el ataque de Ucrania contra el puente de Kerch forma parte de una campaña más amplia y coordinada, aparentemente sin limitaciones de alcance. Marca el inicio de una nueva fase en la guerra submarina de largo alcance. Con los drones Toloka mejorados ahora capaces de alcanzar más de 2.000 kilómetros, los analistas rusos temen abiertamente que esto haya sido solo una prueba, y que los verdaderos objetivos de Ucrania estén en el Pacífico, donde los submarinos nucleares y buques de guerra rusos permanecen vulnerables en una falsa sensación de seguridad. A medida que aumenta la presión y se expande el alcance de las operaciones no convencionales de Ucrania, el país está socavando activamente la proyección de fuerza e invulnerabilidad de Rusia, tanto en el ámbito nacional como internacional.

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