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Las fuerzas rusas han intensificado los ataques contra los campos de entrenamiento militar ucranianos, apuntando a infraestructuras críticas y amenazando con agravar la escasez de personal de Ucrania. Esta amenaza en aumento ha obligado a Ucrania a adaptarse rápidamente, planteando interrogantes sobre el futuro de su formación militar.

Las fuerzas rusas han iniciado una campaña dirigida a la infraestructura de entrenamiento militar de Ucrania desde la segunda mitad de este año, con el objetivo de paralizar su capacidad para formar y movilizar nuevos soldados. Estos ataques, a menudo utilizando misiles Iskander y drones Geran-2, se centran en centros de reclutamiento y campos de entrenamiento para causar altas bajas entre reclutas e instructores. Entre los más impactantes se encuentra el ataque con misil al campo de entrenamiento 239 en Dnipropetrovsk en junio, que dejó 12 muertos y 60 soldados heridos en formación, lo que llevó al Mayor General Mykhailo Drapatyi a presentar su dimisión por fallos de seguridad, aunque Zelenski la rechazó y lo reasignó. Julio vio un aumento de los asaltos: el 21 de julio cerca de Kropyvnytskyi, con al menos 12 soldados muertos, y el 29 de julio con tres fallecidos y 18 heridos. Los ataques de agosto y septiembre, incluido el golpe con Iskander el 24 de septiembre en Chernígov que dejó tres muertos y 18 heridos, subrayan una campaña semanal que causó más de 200 bajas solo en 2025, desmoralizando a las fuerzas y tensionando los recursos.

Los ataques rusos incesantes a los campos de entrenamiento ucranianos representan un problema enorme para Ucrania, socavando gravemente la capacidad de Kiev para preparar nuevos soldados en medio de la escasez aguda de personal en las líneas del frente. Con más de 200 bajas reportadas por estos ataques solo en 2025, estas operaciones interrumpen los ciclos de entrenamiento esenciales, matando tanto a reclutas como a instructores experimentados, lo que agrava la incapacidad de Ucrania para reponer unidades agotadas. Los ataques también apuntan a centros de reclutamiento, presionando aún más los esfuerzos de movilización, ya que los voluntarios potenciales se ven disuadidos por los riesgos elevados, incluso en áreas traseras lejos del frente, como Lviv.

Esta campaña desmoralizadora ha contribuido a líneas del frente inestables, permitiendo avances rusos debido a defensas con personal insuficiente. Sumado a las pérdidas generales en combate, la crisis de personal de Ucrania amenaza la sostenibilidad operativa a largo plazo, forzando adaptaciones apresuradas que podrían comprometer la calidad del entrenamiento.

En respuesta a los ataques rusos crecientes con misiles y drones sobre los campos de entrenamiento, Ucrania ha adoptado un enfoque multifacético para proteger sus capacidades de preparación militar, siendo la principal solución la reubicación de los centros de entrenamiento bajo tierra. Esta iniciativa, liderada por el Comandante en Jefe Oleksandr Syrskyi en julio de 2025, obliga a trasladar la mayor parte del proceso de formación bajo tierra para minimizar la exposición a amenazas aéreas. La lógica es sencilla: las instalaciones subterráneas ofrecen protección robusta contra ataques de precisión como los misiles Iskander, que han apuntado repetidamente a barracones abiertos y áreas de ensamblaje, causando bajas significativas.

Imágenes de fuentes ucranianas revelaron los primeros centros de entrenamiento y barracones subterráneos, ofreciendo a los nuevos reclutas instalaciones estables como aulas y dormitorios seguros frente a los ataques aéreos rusos, probablemente con comedores anexos; esencialmente trasladando al subsuelo todos los lugares donde los entrenandos se agrupan. Esta adaptación no solo previene pérdidas, sino que también mantiene la continuidad del entrenamiento, permitiendo a los reclutas practicar en entornos seguros sin interrupciones constantes por alertas de bombardeo.


Más allá de la reubicación subterránea, Ucrania ha implementado medidas complementarias para aumentar la resiliencia. Syrskyi ha ordenado la prohibición de grandes concentraciones de tropas y ha reforzado las normas de dispersión, exigiendo respuestas inmediatas ante drones de reconocimiento rusos detectados sobre o cerca de los centros de entrenamiento, así como alertas para evitar concentraciones que atraigan ataques. Este cambio táctico aborda el efecto desmoralizador de los ataques sobre los nuevos reclutas fomentando una cultura de vigilancia y operaciones descentralizadas, al mismo tiempo que hacer de la seguridad operacional y la contramedida a la vigilancia rusa una parte central del currículo.

Para mitigar aún más los riesgos, Ucrania ha ampliado los programas de entrenamiento internacional, aprovechando asociaciones con la UE y su programa EU-mam, así como con la Operación Interflex del Reino Unido, que trasladan parte de la instrucción al extranjero a lugares más seguros. Estos programas incorporan módulos avanzados sobre guerra de drones, supervivencia en trincheras y tácticas contra drones FPV, asegurando que los entrenandos reciban la misma formación crucial que recibirían en Ucrania. Las defensas aéreas terrestres también han evolucionado, con sistemas en capas para interceptar misiles, reduciendo la efectividad de las campañas rusas.

En general, la campaña rusa dirigida a los campos de entrenamiento ucranianos ha interrumpido la movilización militar de Kiev, exacerbando la escasez de personal y amenazando la estabilidad del frente. Al trasladar el entrenamiento bajo tierra y aprovechar asociaciones internacionales, Ucrania demuestra resiliencia, pero enfrenta desafíos para mantener la calidad del entrenamiento bajo tal presión. El cambio estratégico hacia la fortificación, las instalaciones descentralizadas y la mejora de las defensas antidrone refleja una adaptación crítica para sostener sus esfuerzos bélicos. Estas soluciones buscan colectivamente preservar la línea de personal de Ucrania priorizando protección, adaptabilidad y apoyo internacional, contrarrestando la interrupción sistemática rusa sin comprometer la calidad del entrenamiento.

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