Hoy, llegan noticias peligrosas desde la dirección de Pokrovsk.
Aquí, los rusos avanzan hacia Myrnohrad desde varias direcciones, enfrentándose a una feroz resistencia ucraniana. Con la batalla intensificándose plenamente, salió a la luz otra realidad más oscura dentro del ejército ruso, ya que muchos soldados corren el riesgo de ser enviados a la muerte por sus propios comandantes si no pagan para evitarlo.

La batalla por Myrnohrad se ha intensificado, con fuerzas rusas atacando desde múltiples direcciones, intentando penetrar en la ciudad y aislarla de la red defensiva ucraniana alrededor de Pokrovsk. Los principales intentos de cerco ruso provienen del sur, desde Hrodivka, y del norte, cerca de Rodynske, mientras que aumenta la presión directa desde Novoekonomichne, donde se producen combates constantes en la zona gris entre las líneas. Los soldados ucranianos en el terreno describen la situación como cada vez más difícil, con artillería y fuego de drones saturando cada ruta de aproximación.

Sin embargo, Ucrania continúa resistiendo, con defensores que mantienen posiciones en los edificios altos del sureste y en el sector residencial del noreste. Contraataques ucranianos de pequeña escala siguen expulsando a los grupos de asalto rusos y a infiltradores, a menudo peor abastecidos, superados en número y en habilidad en enfrentamientos directos.

Los rusos han desplegado 27.000 soldados en la zona Pokrovsk–Myrnohrad, respaldados por alrededor de 360 vehículos blindados y 160 sistemas de artillería, mientras el presidente Zelensky afirma que los defensores ucranianos están superados en número ocho a uno, pero aún resisten.

Los intentos rusos de entrar en Myrnohrad fueron confirmados por un portavoz ucraniano, pero este aseguró que la ciudad sigue bajo control ucraniano. Videos geolocalizados muestran la destrucción simbólica de un tanque ruso tipo “tortuga” fuertemente blindado en uno de los accesos. El vehículo logró pasar entre las defensas de dientes de dragón a través de un hueco en la carretera, pero fue destruido por un dron FPV ucraniano justo al pasar bajo un arco de tubería de gas.

La infantería que sobrevivió fue luego eliminada mediante municiones lanzadas desde drones, sin lograr entrar en ningún edificio para esconderse. El tanque explotó en una gran bola de fuego, siendo los rusos destruidos simbólicamente en una de las puertas de entrada a la ciudad.


Detrás de esta asombrosa sangría se oculta una verdad aún más oscura, ya que los generales rusos han encontrado maneras de convertir esta masacre en beneficio. Investigaciones revelan extorsión y corrupción generalizadas en las unidades de primera línea. Los soldados comunes se ven obligados a pagar a sus comandantes para no ser enviados a asaltos suicidas en Pokrovsk y Myrnohrad. Aquellos que no pueden o se niegan a pagar son “reseteados”, término usado en el ejército ruso para ejecución o muerte deliberada en un asalto suicida.


Periodistas han identificado a 101 oficiales rusos acusados de asesinatos extrajudiciales y extorsión, con más de 12.000 denuncias presentadas ante la Fiscalía Militar rusa desde el inicio de la invasión. Sin embargo, solo se han abierto diez causas penales y se han emitido cinco condenas, lo que refleja lo que los soldados describen como una prohibición no escrita de investigar a los comandantes en el campo de batalla.


Los motivos para ser “reseteado” son alarmantemente amplios: negarse a asaltar posiciones ucranianas, consumo de alcohol, desobediencia, o incluso discusiones menores con superiores. Pero, en muchos casos, se reduce simplemente al dinero. Los soldados que no pueden pagar las cuotas de extorsión, a menudo exigidas para protección, mejor comida o permisos básicos, son enviados a las líneas del frente sin apoyo de fuego, sin comunicaciones, e incluso sin chalecos antibalas.

Son arrojados a misiones suicidas destinadas a revelar las posiciones de fuego ucranianas, mientras que otros son ejecutados detrás de las líneas. La magnitud de las atrocidades es tan grande que un soldado movilizado insinuó que, cuando regresen después de la guerra, la prisión ya no los asustará, y que los oficiales tendrán que esconderse para evitar la venganza.

En general, mientras las unidades ucranianas siguen desangrando a los rusos alrededor de Pokrovsk y Myrnohrad, cada metro de terreno cuesta a los rusos cientos de muertos, no solo por la resistencia ucraniana, sino también por la corrupción y la crueldad dentro de su propio ejército.

Los generales se enriquecen mientras los soldados deben pagar con sus últimos rublos o con bonos de alistamiento para evitar ser enviados a una muerte segura. Aun así, la batalla por Myrnohrad continúa, con un desenlace incierto, pero para algunos oficiales rusos, la guerra se ha convertido en una masacre rentable, donde la vida humana es solo otra mercancía desechable.


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