¡Miles De Personas En Las Calles De Todas Las Ciudades Rusas!

Hoy, las noticias más importantes provienen de la Federación Rusa.

Aquí, desde Belgorod hasta el Lejano Oriente, la campaña ucraniana de ataques a refinerías ha provocado un colapso nacional en el suministro de combustible, con efectos que se sienten desde las líneas del frente en Ucrania hasta las capitales Moscú y San Petersburgo. El Estado ruso ha culpado oficialmente a la demanda estacional y a la presión de la cosecha, pero la causa real es innegable: los ataques repetidos con drones han destruido una parte significativa de la producción, almacenamiento y red de distribución de combustible en Rusia, y el descontento público comienza a crecer.

Funcionarios rusos han admitido que ya no hay suficiente combustible para cubrir la demanda interna, y ahora la situación ha superado con creces los problemas regionales, ya que, según fuentes estatales e independientes, al menos diez regiones rusas reportan escasez generalizada de combustible. Entre ellas se encuentran Riazán, Nizhni Nóvgorod, Saratov, Rostov, el óblast de Leningrado, las regiones de Primorie y Zabaikalie en el Lejano Oriente, así como territorios bajo control ruso en Ucrania. El Sindicato Independiente del Combustible de Rusia ha confirmado que los suministros a muchas estaciones se han detenido por completo. Algunas estaciones privadas han cerrado totalmente, y otras han impuesto límites estrictos a las compras, prohibiendo el llenado de bidones o requiriendo aprobación previa de las autoridades locales. En las áreas donde las estaciones todavía operan, los conductores enfrentan colas de varios kilómetros de longitud en toda Rusia, mientras se introducen raciones generalizadas.

En las líneas del frente, la situación es aún peor, ya que en Donetsk y Lugansk, los soldados rusos se ven obligados a esperar en filas de dos a tres horas para repostar. Aun así, el combustible se raciona, y las tropas pagan cada vez más de su bolsillo.

En Berdyansk, las estaciones de servicio están completamente vacías, obligando a los civiles a buscar suministros por toda la ciudad. Se informa que Melitopol no ha recibido una sola entrega desde principios de septiembre.

Todo esto coincide con los ataques repetidos a depósitos, estaciones de bombeo y oleoductos por parte de drones ucranianos. Como resultado, los territorios bajo control ruso en Ucrania están tan paralizados como los de la propia Rusia.

Esto tiene serias implicaciones operativas, con movimientos de blindados detenidos y cadenas logísticas gravemente degradadas.

El frente interno no está mucho mejor, ya que la escasez se ha extendido incluso a Moscú y San Petersburgo, incluidos los distritos circundantes. En el óblast de Leningrado, la red Lukoil ha prohibido el llenado de bidones. En el Lejano Oriente, las largas colas en el Krai de Primorie han obligado a los funcionarios regionales a introducir un sistema de cupones para recibir combustible.

En Belgorod, distritos enteros se han quedado sin todo excepto la gasolina y el diésel más caros, A100. La situación en Crimea es aún más frágil, ya que la mitad de todas las estaciones de combustible en la península han cerrado completamente.

En Simferópol, Sebastopol y Feodosia, ahora se requieren cupones para cualquier compra, los cuales se revenden en mercados negros y plataformas en línea rusas.

En total, 360 estaciones de servicio han cerrado actualmente por falta de combustible, con un 14% fuera de servicio en el sur, normalmente conocido por su abundancia y bajos precios.

El descontento público comienza a aumentar, ya que el Partido Comunista Ruso ha organizado protestas en estaciones de servicio importantes, cuestionando por qué los precios internos suben en un país rico en petróleo. Desde principios de año, los precios del combustible han aumentado más del 50%, un claro indicio de que los controles de precios no logran mantenerse al ritmo de la realidad. Sin embargo, el lado de la oferta cuenta la historia real, ya que los propietarios privados de estaciones de servicio, que controlan aproximadamente el 40% del mercado ruso, están cerrando.

El Ministerio de Energía ruso ha dejado de publicar discretamente los desgloses regionales de disponibilidad de combustible para evitar mayor preocupación pública, y los horarios de mantenimiento en refinerías importantes, como la de Omsk, se están posponiendo, no por eficiencia, sino porque sacarlas de servicio para reparaciones provocaría más escasez en todo el país.

Agotadas las opciones, se han visto movimientos de camiones cisterna pesados en Crimea para aliviar ligeramente la crisis, sin embargo, casi de inmediato fueron atacados por drones ucranianos, ya que los rusos se están quedando rápidamente sin alternativas.

La semana pasada, el presidente Vladímir Putin convocó a los jefes de las principales compañías petroleras rusas al Kremlin para conversaciones urgentes. Y apenas unos días antes, el director ejecutivo de la agencia nuclear estatal rusa fue hallado muerto en las calles de Moscú, tendido junto a su coche con un rifle a su lado y una nota de suicidio; siendo el vigésimo funcionario ruso del sector energético que muere en circunstancias sospechosas.

En general, la campaña ucraniana de ataques al petróleo ha obligado a Rusia a enfrentarse a una crisis energética estructural. El Estado ruso ya no puede garantizar un suministro constante de combustible ni a las fuerzas militares ni a la población civil. Las escaseces han llegado al corazón del país, los precios se disparan y los funcionarios clave mueren en circunstancias poco claras. El Kremlin intenta proyectar control, pero el sistema está fallando, no solo por los daños, sino por la magnitud de la disfunción ahora incrustada en el sector energético ruso.

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