Es oficial: Rusia está en la Edad de Piedra, los pagos se congelan y la maquinaria ahora se compra con trigo
La economía rusa entra en una fase crítica a medida que su acceso a divisas se erosiona bajo el peso combinado de la caída de los ingresos petroleros, las exportaciones con descuento y la creciente presión de las sanciones. El Kremlin enfrenta dificultades crecientes para sostener las importaciones a través de canales financieros convencionales, exponiendo vulnerabilidades estructurales tanto en el comercio como en la gestión fiscal. A medida que los bancos extranjeros se muestran cada vez más cautelosos y los sistemas de pago se vuelven más restringidos, Moscú se ve obligado a buscar alternativas al comercio basado en efectivo. Esta presión económica amenaza las cadenas de suministro industriales y de consumo del país, limitando la capacidad del gobierno para mantener tanto la estabilidad interna como los compromisos internacionales. En respuesta, el Estado recurre al trueque y al intercambio de bienes por bienes, resucitando prácticas consideradas obsoletas en el comercio moderno. Este cambio señala un retiro estratégico más amplio del sistema financiero global, con implicaciones a largo plazo para el poder de negociación, la eficiencia comercial y la resiliencia económica de Rusia.

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