Hoy llegan noticias interesantes desde los Estados bálticos.
Allí, la creciente escalada entre los países europeos y Rusia ha llevado a los Estados bálticos —y particularmente a Lituania— a reforzar sus fronteras y fortalecer su defensa. Con una acción inesperadamente urgente y decidida, el país busca utilizar todos los medios disponibles, incluidos los recursos de los aliados de la OTAN y la vasta experiencia de los soldados ucranianos, adquirida durante una guerra que ya entra en su cuarto año.

En respuesta al aumento de las tensiones regionales y la creciente amenaza de Rusia y Bielorrusia, Lituania ha adoptado medidas significativas para reforzar su defensa nacional. Una decisión clave fue la del parlamento lituano, hace pocos días, de retirarse de la Convención de Ottawa, que prohíbe el uso, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonal.

Esta retirada, que entrará en vigor seis meses después de la notificación formal, alinea a Lituania con países vecinos como Estonia, Letonia, Polonia y Finlandia, que también han anunciado intenciones similares ante el deterioro del entorno de seguridad.
La decisión de abandonar la convención refleja un giro estratégico, reconociendo la necesidad de mecanismos de defensa más flexibles, incluida la posibilidad de utilizar minas terrestres para disuadir y responder a una agresión. Esta medida está respaldada por el uso extensivo de minas en Ucrania por ambas partes, lo que demuestra su continua relevancia y eficacia incluso en la guerra moderna.

Las tensiones en la región se han agravado aún más por incidentes recientes, como el vuelo rasante de un caza ruso para evitar que barcos de la OTAN abordaran un petrolero de la flota sombra rusa, una muestra clara de la voluntad rusa de defender sus intereses de manera agresiva. Además, los medios estatales rusos emiten amenazas frecuentes hacia las fronteras orientales de Europa, lo que contribuye al sentimiento de urgencia en los países vecinos por reforzar sus posturas defensivas. La más reciente ocurrió la semana pasada, cuando los ejercicios militares de la OTAN en Lituania provocaron una dura reacción de funcionarios rusos, que afirmaron que Rusia tomará medidas para neutralizar todos los esfuerzos defensivos de la alianza dirigidos contra ella.

En este contexto, Lituania se ha comprometido a una fortificación integral de sus fronteras, con especial enfoque en el Corredor de Suwałki, un tramo estratégico de 100 kilómetros que conecta a Lituania con Polonia, flanqueado por Bielorrusia y el enclave ruso de Kaliningrado. Es la única vía terrestre por la que las fuerzas de la OTAN pueden reforzar a los Estados bálticos en caso de conflicto, y se considera uno de los puntos más vulnerables de la alianza, vital para su cohesión y para la defensa de los países bálticos. Esto convierte al Corredor de Suwałki en un objetivo prioritario en cualquier plan de agresión rusa orientado a reforzar Kaliningrado y cortar la línea de suministro vital de la OTAN hacia los Estados bálticos.

Para fortalecer esta zona, Lituania planea modernizar y fortificar rutas terrestres adicionales a través del Corredor de Suwałki, mejorando la movilidad militar y asegurando la capacidad de despliegue rápido. Esta iniciativa incluye la reconstrucción de 113 kilómetros de carretera, la renovación de ocho puentes y la implementación de nuevas medidas de seguridad fronteriza, como puestos de control en rutas y barreras antitanque. El proyecto es de alta importancia estratégica, ya que tras la Guerra Fría, la infraestructura de la OTAN —principalmente carreteras y puentes— dejó de construirse con capacidad para soportar el tránsito de vehículos pesados como los tanques. Se espera que esté terminado para 2028 y forma parte de un esfuerzo europeo más amplio para invertir en infraestructura de doble uso, tanto civil como militar.

Además, Lituania ha anunciado una inversión de 1.100 millones de euros en la próxima década para reforzar sus fronteras con Rusia y Bielorrusia. Esta financiación se destinará a la adquisición de minas antitanque y a la construcción de instalaciones defensivas, incluidos búnkeres y zanjas antitanque. Estas medidas tienen como objetivo restringir el movimiento de posibles fuerzas invasoras y mejorar la capacidad defensiva general del país.

El enfoque de Lituania se basa en las experiencias adquiridas por Ucrania durante su guerra con Rusia. La eficacia de las minas terrestres, la guerra con drones y las líneas defensivas fortificadas en Ucrania han brindado lecciones valiosas.


Lituania está incorporando activamente estos aprendizajes a sus estrategias de defensa, incluyendo el desarrollo de tácticas de contramovilidad y la creación de grupos conjuntos de expertos militares con sus homólogos ucranianos para intercambiar conocimientos valiosos.

En conjunto, las acciones de Lituania y sus países vecinos reflejan un consenso regional sobre la necesidad de mecanismos de defensa sólidos ante una posible agresión rusa. Al retirarse de la Convención de Ottawa e invertir en una fortificación integral de sus fronteras, Lituania prioriza su seguridad nacional y demuestra su compromiso con la disuasión de amenazas. A medida que el panorama geopolítico continúa evolucionando, este tipo de medidas proactivas se consideran esenciales para salvaguardar la soberanía y mantener la seguridad del flanco báltico de la OTAN.

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