La economía de petróleo y gas rusa comenzó a desintegrarse debido a las sanciones secundarias
El imperio internacional de Lukoil se está derrumbando, ya que las amplias restricciones financieras de Estados Unidos dejan a la empresa incapaz de operar en el extranjero. Las sanciones han cortado efectivamente su acceso a los sistemas de transacciones en dólares y euros, haciendo imposible mantener sus refinerías, redes de venta minorista y asociaciones de explotación fuera de Rusia. En cuestión de días, Lukoil anunció que venderá todos sus activos extranjeros, poniendo fin a tres décadas de expansión global que alguna vez la posicionaron como la principal petrolera privada rusa integrada internacionalmente. Estos activos —desde refinerías europeas hasta cadenas de estaciones de servicio en Estados Unidos— servían como una fuente estratégica de divisas que respaldaba la producción doméstica y los esfuerzos de modernización. Su pérdida elimina un amortiguador financiero crucial y obliga a la empresa a depender más del refinado interno y de redes logísticas en la sombra, ambas ya bajo presión. La retirada no solo representa la reestructuración de una corporación, sino el acelerado declive de la presencia rusa en los mercados energéticos globales bajo la presión acumulada de las sanciones.

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