Hoy, hay noticias peligrosas desde la dirección de Pokrovsk.
Aquí, los rusos avanzaron con su intento de ruptura en el flanco oriental en una dirección sorpresa, poniendo en grave peligro la nueva línea de defensa ucraniana del Donbás al noroeste antes de que pudiera ser completamente ocupada. Con la brecha ya explotada por el enemigo, el mando ucraniano dispone ahora de una breve ventana para corregir la situación mediante el redepliegue de su unidad más letal, el Cuerpo del Ejército Azov.

Tras el empuje inicial ruso en el flanco oriental, se esperaba que las fuerzas rusas intentaran repetir su “libro de jugadas” de Avdiivka, rodeando Pokrovsk desde el este mediante un estrechamiento gradual de los flancos.

En cambio, los comandantes rusos hicieron un movimiento más audaz y decidido, al identificar una sección débilmente defendida de la línea ucraniana al norte y atacarla antes de que se establecieran defensas y coordinación adecuadas. El avance no solo tenía como objetivo amenazar Pokrovsk, sino también socavar la recién construida línea de defensa del Donbás, un sistema escalonado de trincheras, puntos fortificados y barreras naturales diseñado para ralentizar a los atacantes hasta que los operadores de drones y las reservas móviles pudieran responder.

Durante varios días, las fuerzas rusas avanzaron entre Shakhove y Dobropillia, utilizando tácticas de infiltración para tomar o disputar múltiples asentamientos. Las tropas rusas aprovecharon las líneas de árboles para infiltrarse en los poblados, donde comenzaron a concentrar fuerzas. Avanzaron en varios de ellos, logrando progresos y penetrando hasta casi 13 kilómetros de profundidad en alrededor de 3 a 4 días. Alarmantemente, luego presionaron hacia adelante y superaron con facilidad las fortificaciones pesadas recién construidas mientras estaban desocupadas, amenazando con convertir estos puntos fuertes en un peligro para los defensores ucranianos. Ahora intentan atrincherarse cerca de Novovodiane, presionando hacia la carretera Dobropillia–Kramatorsk.

Este avance fue posible en parte por una falla en la coordinación ucraniana. Aunque las Fuerzas Armadas han superado en gran medida problemas anteriores de comunicación y transparencia, en este sector crítico del frente reapareció la vieja debilidad. Comandantes de una brigada informaron a los cuarteles generales que la situación estaba bajo control, afirmando que todas las fuerzas enemigas habían sido neutralizadas, mientras los soldados sobre el terreno reportaban con urgencia la infiltración rusa y la concentración de fuerzas. La escasez de personal significó que incluso las posiciones defensivas bien preparadas quedaron insuficientemente defendidas, mientras que la respuesta integrada, combinando drones, artillería y aviación, no se desplegó con la velocidad y cohesión necesarias para detener el avance enemigo.

Analistas rusos vinculados al gobierno restaron públicamente importancia a los avances, calificándolos de operaciones de reconocimiento e infiltración y no de ruptura, alimentando así la subestimación ucraniana de la amenaza rusa. Pero en realidad, una vez encontrada la brecha, el mando ruso envió fuerzas de asalto reales, no solo pequeños equipos de sabotaje. Esto también revela fallos de reconocimiento e inteligencia ucraniana, ya que si la vigilancia con drones hubiera sido suficientemente constante y estratificada, dichos movimientos probablemente habrían sido detectados y atacados mucho antes de alcanzar tal profundidad peligrosa.

La urgencia de la situación queda subrayada por una carta pública de un destacado comandante de la Brigada Azov al presidente Zelensky. Advirtió que una vez que los rusos tomen el control de las estructuras defensivas ucranianas, retirarlos será casi imposible. La única respuesta viable es una maniobra de pinza inmediata para aislar a la punta de lanza de refuerzos, seguida de una operación de limpieza. Sin embargo, tal contraataque es arriesgado, ya que el mando ruso casi con certeza lo anticipa y podría estar preparando una trampa.

Aun así, la alternativa de dejar que los rusos se atrincheren más podría ser mucho peor, por lo que la sincronización lo decide todo. Una contraofensiva rápida y coordinada mientras los rusos aún se consolidan podría tener éxito, pero la duda prácticamente garantizaría la pérdida a largo plazo de la zona.

Como resultado del peligro, el Cuerpo del Ejército Azov ha sido redeployado al sector de Pokrovsk, indicando la intención del alto mando ucraniano de actuar con decisión, ya que lo que está en juego va mucho más allá de Pokrovsk.

Los avances rusos amenazan no solo la ciudad, sino toda la línea de defensa del Donbás y múltiples asentamientos en la parte controlada por Ucrania de la región de Donetsk. Si no se detiene, esta penetración podría deshacer meses de trabajo en fortificaciones y abrir el camino a avances rusos más profundos.

El momento también tiene una carga política, ya que la ruptura se produce pocos días antes de la anunciada reunión Putin–Trump en Alaska, aumentando la urgencia de Ucrania por estabilizar el frente.

En general, al mover una de las formaciones más experimentadas y temidas al sector de Pokrovsk, Ucrania reconoce tanto el peligro como la necesidad de corregir errores y fallas previas. Los próximos días serán decisivos, ya que si las fuerzas ucranianas logran aislar y destruir la punta de lanza rusa, no solo salvarán Pokrovsk, sino que también preservarán la integridad del sistema de defensa del Donbás.

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