Hoy hay novedades interesantes desde la Federación Rusa.
Aquí, mientras las autoridades rusas intentaban reparar los daños en las refinerías de petróleo provocados por anteriores ataques ucranianos, los ucranianos les asestaron otro golpe devastador. Al iniciar una nueva oleada de ataques con drones de largo alcance, el ejército ucraniano apuntó contra las instalaciones de producción de petróleo rusas para interrumpir esta fuente clave de ingresos del enemigo.

Las fuerzas ucranianas han reactivado su campaña estratégica contra la infraestructura petrolera de Rusia, reanudando ataques selectivos con drones contra refinerías críticas tras una pausa calculada. Después de concentrarse el mes pasado en inutilizar las defensas aéreas y radares rusos, los mandos militares ucranianos esperaron pacientemente a que Rusia iniciara costosos trabajos de restauración en las instalaciones previamente dañadas. Una vez que los equipos de reparación rusos y el equipo especializado estaban plenamente desplegados, los drones ucranianos atacaron de nuevo de forma decisiva, infligiendo graves daños económicos y logísticos, al tiempo que erosionaban la narrativa interna rusa de seguridad.

Los ataques más significativos recientes tuvieron como objetivo las principales refinerías de Samara y Riazán. En el óblast de Samara, drones ucranianos de largo alcance Liutyi atacaron con éxito la Compañía Petroquímica de Novokúibyshevsk, una de las plantas de procesamiento de petróleo más grandes de Rusia.

Los ataques con drones dañaron gravemente la unidad principal de refinado de la instalación, crucial para la purificación inicial del crudo y los procesos de fraccionamiento en gasolina, diésel, queroseno y fueloil. Los videos confirman incendios de gran escala ardiendo sin control durante horas, obligando a las autoridades a cerrar temporalmente el aeropuerto de Samara y restringir el acceso a internet móvil para controlar las filtraciones de información. Solo la refinería de Novokúibyshevsk representa una capacidad de procesamiento diaria de más de 177.000 barriles, casi el 5 % de la capacidad nacional de refinado de Rusia.

En un ataque similar, drones ucranianos golpearon la refinería de Riazán, la número 3 en la lista de las mayores refinerías rusas, que procesa aproximadamente 340.000 barriles diarios. Esta planta produce anualmente 840.000 toneladas de queroseno de aviación, cerca del 9 % de la producción total rusa, un recurso vital para las operaciones aéreas rusas. Cabe destacar que esta refinería está situada junto a la base aérea de bombarderos estratégicos de Diágilevo, desde donde los bombarderos rusos atacan ciudades ucranianas y bases militares situadas muy por detrás de las líneas de combate. Las imágenes captaron incendios y explosiones masivas dentro de la instalación, contradiciendo claramente las afirmaciones oficiales rusas sobre daños menores causados por restos de drones caídos. Tales ataques degradan de manera significativa la capacidad de Rusia para sostener operaciones aéreas, beneficiando directamente a los esfuerzos defensivos ucranianos.

Las defensas aéreas rusas, ya debilitadas por el incesante hostigamiento ucraniano, se están volviendo cada vez más ineficaces, obligando a Moscú a desplegar sistemas obsoletos e incluso a apresurar la producción de misiles antiaéreos, lo que provoca defectos cada vez más comunes.


Esta desesperación resultó recientemente en un incidente de fuego amigo cerca de Sochi, donde un misil antiaéreo ruso, destinado a interceptar un dron ucraniano, se desvió repentinamente hacia zonas urbanas, causando víctimas civiles.


Mientras tanto, los ataques ucranianos con drones causaron graves daños en depósitos de almacenamiento de petróleo en Sochi y Adler, incendiando tanques de las instalaciones de Lukoil y Rosneft.

El gobernador de Krasnodar, Veniamín Kondrátiev, confirmó el despliegue de más de 120 bomberos para controlar el incendio en un importante depósito que almacenaba 2.000 metros cúbicos de combustible. Sin embargo, las autoridades locales respondieron al incidente intentando identificar y castigar a los residentes que habían compartido pruebas visuales de los exitosos ataques ucranianos en internet.


Además, Ucrania golpeó la refinería de Kstovo, cerca de Nizhni Nóvgorod, una instalación ya dañada previamente en enero. El nuevo ataque representa la táctica eficaz de Ucrania de explotar las vulnerabilidades rusas tras costosos trabajos de restauración.

Otro ataque con drones provocó un gran incendio en una instalación petrolera en Volgogrado, subrayando la renovada campaña ucraniana contra la infraestructura petrolera rusa.

El secreto estratégico detrás del enfoque ucraniano radica en la repetición cuidadosamente sincronizada de los ataques. Permitir que los rusos dispongan de tiempo y confianza suficientes para reconstruir y volver a dotar de personal las refinerías objetivo antes de atacar de nuevo amplifica el daño económico y drena aún más los recursos rusos. El impacto psicológico acumulado sobre la sociedad rusa es igualmente devastador, mostrando públicamente la incapacidad del Kremlin para proteger activos nacionales vitales a pesar de los repetidos ataques. Esta vulnerabilidad persistente socava la imagen del gobierno en el ámbito interno, desmantela las garantías oficiales de un área trasera segura y debilita la moral pública.

En conjunto, estos ataques cuidadosamente orquestados degradan sistemáticamente la capacidad militar de Rusia al cortar suministros de combustible críticos para las operaciones de combate. Al mismo tiempo, las ofensivas coordinadas con drones de Ucrania reducen drásticamente las exportaciones de petróleo rusas, limitando así los ingresos utilizados para financiar la guerra en curso. Al explotar las deficiencias logísticas y defensivas rusas, Ucrania demuestra sofisticación táctica y previsión estratégica, debilitando de forma constante la determinación y la capacidad de Rusia en múltiples frentes.

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