Recientemente, las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) han abierto un nuevo frente en la guerra civil de Sudán, esta vez desde la frontera con Libia. Los combates se han intensificado en múltiples frentes en Sudán, pero ha surgido un nuevo frente desde una dirección inesperada: Libia.

A finales de mayo, las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) expulsaron a las RSF de la capital y comenzaron una ofensiva hacia el oeste, con el objetivo de recuperar las minas de oro bajo control de las RSF. A la defensiva y cerca de perder la fuente clave de financiación que proporcionan las minas para la adquisición de armas, las RSF buscaban cambiar el rumbo del conflicto.

Encontraron su solución recientemente, cuando las RSF lanzaron un ataque sorpresa transfronterizo en la región noroeste de Sudán desde territorio libio, con apoyo directo del Ejército Nacional Libio. El asalto resultó en la captura del aeródromo de al-Uwaynat, un punto estratégicamente ubicado cerca de la zona fronteriza entre Egipto, Libia y Sudán.

Esta fue la primera vez que las RSF abrieron un nuevo frente desde fuera del territorio sudanés, lo que provocó de inmediato la condena por parte de las Fuerzas Armadas Sudanesas. Estallaron enfrentamientos cerca de la región montañosa de Arkenu, donde las RSF y unidades alineadas con el Ejército Nacional Libio se enfrentaron a las Fuerzas de la Coalición de Darfur, aliadas de las SAF. Tras breves combates, el ejército sudanés se retiró y los combatientes de las RSF consolidaron su control sobre el aeródromo de al-Uwaynat y las rutas de suministro circundantes.

La zona desde donde las RSF lanzaron su ataque, el triángulo fronterizo entre Libia, Sudán y Egipto, es mucho más que un cruce desértico. Es un cuello de botella estratégico para el tráfico de armas, las rutas de contrabando y la influencia regional. El control de esta zona permite a las RSF asegurar nuevas líneas de suministro. Se ha informado que Emiratos Árabes Unidos, desde hace tiempo señalado como patrocinador de las RSF, utiliza dos aeródromos —Merechal en Chad y al-Kufra en Libia— como puntos clave de tránsito para armas y equipos. Con las RSF ahora atrincheradas en al-Uwaynat, su acceso al lado libio de esa línea está asegurado.

Egipto, por su parte, ve la presencia de las RSF en la zona como una amenaza directa. El Cairo ha respaldado tradicionalmente a las Fuerzas Armadas Sudanesas y recela de la inestabilidad cerca de su frontera sur, especialmente cuando involucra a fuerzas respaldadas por Emiratos Árabes Unidos operando a pocos kilómetros del territorio egipcio.

Este movimiento no habría sido posible sin el apoyo del Ejército Nacional Libio. Libia se encuentra en su propia guerra civil, y el Ejército Nacional Libio, bajo el mando de Khalifa Haftar, controla gran parte del este y sur del país. Durante años, Haftar ha mantenido vínculos con las RSF, incluyendo transferencias de armas y coordinación política. Aunque el Ejército Nacional Libio negó oficialmente su implicación, las unidades de las RSF utilizaron un aeródromo en territorio controlado por Haftar para lanzar su operación transfronteriza.

El apoyo del Ejército Nacional Libio al asalto se origina en su rivalidad más amplia con las facciones sudanesas de Darfur, algunas de las cuales han combatido contra fuerzas libias cerca de la frontera y han capturado equipos libios.

Es necesario examinar la dinámica más amplia entre Libia y Sudán. Ambos países están inmersos en guerras civiles y ambos albergan milicias respaldadas por potencias extranjeras con alianzas superpuestas.

A principios de este mes, el Batallón Subul al-Salam, nominalmente bajo el mando de Haftar, se enfrentó con fuerzas sudanesas cerca de la región de al-Kufra.

La razón de estos enfrentamientos es que las Fuerzas Armadas Sudanesas afirman que estos combatientes estaban ayudando a las RSF a establecer un corredor de suministro. Ahora, estas mismas fuerzas sudanesas afirman que quieren avanzar hacia Bengasi, la ciudad que funciona como principal base de operaciones de las Fuerzas Armadas Libias; lo que en esencia amenaza con una guerra entre Sudán y Libia, además de las guerras civiles ya en curso.

Independientemente de si esto se materializa, tanto el Ejército Nacional Libio como las Fuerzas Armadas Sudanesas ahora tratan la zona fronteriza como una línea de frente activa, donde el control local cambia rápidamente y las alianzas son transaccionales. Cabe destacar que tanto las RSF como el Ejército Nacional Libio reciben distintos grados de apoyo ruso, aunque por canales diferentes. Esto pone de relieve la compleja naturaleza de las alianzas regionales en el noreste de África y eleva el riesgo de una mayor escalada.

En conjunto, el frente libio de las RSF les ofrece la oportunidad de recuperar la iniciativa tras sus reveses cerca de la capital. Para el Ejército Nacional Libio, ayudar a las RSF debilita a los rivales de Darfur y refuerza su influencia regional. Y aunque las fuerzas de Haftar afirman públicamente que luchan contra el contrabando, en la práctica están facilitando las rutas de suministro de las RSF. Este equilibrio les permite proyectarse como agentes de estabilidad mientras alimentan el conflicto, aumentando el riesgo de que la zona del triángulo fronterizo se convierta en un punto de conflicto permanente.

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