Hoy, hay actualizaciones importantes procedentes de la Federación Rusa.
Aquí, las fuerzas ucranianas lograron otro éxito innovador al emplear un dron naval submarino para atacar y dejar fuera de combate a un submarino ruso que se refugiaba en lo que se consideraba un puerto relativamente seguro. Al eludir con aparente facilidad defensas escalonadas, esta nueva capacidad ucraniana señala un cambio decisivo que está llamado a remodelar el equilibrio de poder en el mar, dejando sin espacios seguros a la Flota rusa del mar Negro.

En este video analizaremos cómo exactamente Ucrania llevó a cabo una operación que redefine la guerra naval moderna, ya que por primera vez un ataque con dron submarino logró inutilizar un submarino atracado dentro de una base fuertemente defendida. En una operación conjunta entre el Servicio de Seguridad de Ucrania y la Marina, una variante sumergida del dron Sea Baby, conocida como Sub Sea Baby, golpeó a un submarino ruso en el puerto de Novorossiysk.

Las imágenes publicadas posteriormente mostraron una potente explosión submarina en el muelle, directamente contra el objetivo: un submarino de la clase Varshavyanka valorado en aproximadamente 500 millones de dólares estadounidenses, uno de los activos más importantes que le quedaban a Rusia en el mar Negro y portador de misiles de crucero Kalibr utilizados contra ciudades ucranianas.


La operación en sí fue el resultado de años de desarrollo y una planificación meticulosa, ya que los ucranianos tuvieron que tener en cuenta las densas y escalonadas defensas de Novorossiysk: radares costeros y aviones de patrulla, lanchas de patrulla de superficie, unidades antisabotaje, sonares de detección de buzos, barreras físicas como brazos y redes, y una vigilancia constante del puerto. En lugar de enfrentarse directamente a estas defensas, y con los rusos concentrados en la amenaza de drones navales de superficie, el Sub Sea Baby explotó sus puntos ciegos. El dron submarino probablemente se aproximó a baja velocidad siguiendo el fondo marino, utilizando su mínima firma acústica para evadir la detección por sonar. Al moverse bajo el agua, pudo eludir por completo las barreras de superficie y evitar las defensas aéreas diseñadas para contrarrestar drones y misiles. Llegar al puerto tomó casi una semana, y la aproximación final en aguas poco profundas duró horas, requiriendo una navegación precisa por aguas portuarias confinadas y una entrada cuidadosamente sincronizada durante períodos de menor actividad de patrulla.

El dron se apoyó en puntos de ruta preprogramados y en guiado autónomo para maniobrar a través de la compleja geometría del puerto, mientras que la inteligencia ucraniana parece haber desempeñado un papel crucial al piratear cámaras portuarias para vigilar en tiempo real las posiciones de los buques. No está claro si fue posible una guía en tiempo real, pero el nivel de precisión alcanzado indica una fusión de autonomía, preparación de inteligencia y paciencia operativa para la que las defensas rusas no estaban preparadas. El portavoz de la Marina ucraniana, Dmytro Pletenchuk, subrayó que Novorossiysk se consideraba excepcionalmente seguro y que Rusia había trasladado allí sus buques restantes precisamente para evitar ataques.

El hecho de que un submarino fuera alcanzado mientras estaba amarrado al muelle pone de relieve una vulnerabilidad fundamental: incluso los submarinos más silenciosos quedan expuestos cuando están inmóviles, y el sigilo submarino funciona en ambos sentidos. Los drones submarinos se adaptan de forma única a la estrategia más amplia de Ucrania, ya que combinan propulsión eléctrica silenciosa, cascos de perfil bajo y sistemas de navegación inercial que no requieren comunicación constante.


Esto los hace extremadamente difíciles de detectar y de interferir. Sus fortalezas encajan perfectamente con el enfoque ucraniano de la guerra asimétrica: golpear objetivos de alto valor en lo profundo de las defensas enemigas sin poner en riesgo tripulaciones ni plataformas costosas. Con un coste medido en miles y no en cientos de millones, estos drones obligan a Rusia a defender un dominio completamente nuevo, estirando recursos ya de por sí limitados.


Las implicaciones van mucho más allá de un solo ataque, ya que Ucrania ha abierto ahora la puerta a operaciones submarinas sistemáticas en todo el mar Negro. Submarinos, fragatas, corbetas, buques de desembarco, petroleros de la flota en la sombra, oleoductos submarinos, muelles de combustible y redes de sensores quedan ahora expuestos de maneras que Rusia no puede mitigar fácilmente. Cada ataque exitoso aumenta la presión sobre la flota rusa para dispersarse aún más, erosionando su capacidad de proyectar poder en el mar Negro y reduciendo significativamente la capacidad de Rusia para llevar a cabo ataques con misiles desde submarinos y buques. A pesar de tener la capacidad de lanzar alrededor de 40 a 50 misiles, en la práctica Rusia despliega muchos menos portadores para evitar pérdidas, rotando a menudo entre uno y cuatro. En los ataques a lo largo de 2025, los lanzamientos de misiles desde plataformas del mar Negro por ataque importante suelen oscilar entre 4 y 10, como parte de salvas combinadas más amplias con misiles lanzados desde el aire y drones, cifra que se espera que disminuya aún más ahora, en medio de la creciente amenaza de los nuevos drones submarinos ucranianos.

En conjunto, el ataque ucraniano con dron submarino marca un cambio decisivo, ya que Rusia había salvado en su momento los restos de su Flota del mar Negro trasladándolos hacia el este, pero el último desarrollo eliminó ese refugio. Al eludir defensas escalonadas, explotar el acceso a inteligencia y atacar desde abajo, Ucrania ha demostrado que ya no queda ningún lugar donde esconderse. Con el Bósforo cerrado en virtud de la Convención de Montreux y los puertos dejando de ser seguros, el equilibrio en el mar Negro continúa inclinándose, de manera silenciosa, implacable y ahora desde debajo de la superficie.


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