Hoy llegan noticias peligrosas desde Polonia.
Aquí, la apuesta de Rusia de enviar decenas de drones al espacio aéreo de la OTAN salió mal y provocó una reacción inmediata de toda la alianza. Ahora se debate la posibilidad de una zona de exclusión aérea sobre Ucrania como medida de protección, lo que convertiría las baratas provocaciones de Rusia en una pesadilla estratégica.

La OTAN trazó una rápida línea roja tras la última escalada rusa, derribando múltiples drones que violaron el espacio aéreo polaco en un acto sin precedentes de defensa colectiva. Según el primer ministro polaco Donald Tusk, hasta 23 drones rusos cruzaron a Polonia durante el último ataque masivo ruso contra Ucrania, detectándose el primero poco antes de la medianoche y el último alrededor del amanecer.

Aunque la mayoría fueron permitidos a internarse más, aquellos que representaban un peligro inmediato para objetivos importantes en Polonia fueron destruidos. El incidente marca la primera vez desde el inicio de la guerra que fuerzas de la OTAN se enfrentan directamente y destruyen activos rusos sobre territorio de la alianza. Tusk describió las incursiones como una provocación a gran escala y subrayó que todos los miembros de la OTAN se toman la situación muy en serio.

La magnitud de la movilización de la OTAN reflejó la seriedad de la amenaza, cuando F-16 polacos despegaron junto a F-35 de la Fuerza Aérea de Países Bajos desplegados en Poznan como parte de la misión de Policía Aérea de la OTAN. Dos F-16 polacos y dos F-35 neerlandeses realizaron interceptaciones, apoyados por helicópteros, incluidos Mi-24, Mi-17 y Black Hawks patrullando cerca de las zonas de incursión. Un avión polaco Saab 340 Awacs voló durante nueve horas proporcionando cobertura de radar, mientras que un avión cisterna polivalente de la OTAN reabastecía a los cazas que circulaban en el cielo.

Además, un avión de vigilancia Awacs italiano también participó, demostrando que para la OTAN se trataba de una auténtica operación militar, con cazas, aviones cisterna y aeronaves de alerta temprana coordinando interceptaciones en vivo sobre Polonia.

Lo que hizo este incidente especialmente alarmante fue la profundidad de las incursiones, ya que funcionarios polacos confirmaron que drones se estrellaron a cientos de kilómetros de la frontera ucraniana, con un resto hallado cerca de Gdansk, a más de 500 kilómetros de la frontera. Otros fueron recuperados a lo largo de la línea Biala Podlaska–Parczew, cerca de las arterias de transporte este-oeste clave de Polonia. Se registraron avistamientos adicionales al norte de Lublin cerca del centro de defensa de Stalowa Wola, al oeste de Bialystok e incluso hasta Lodz. Las rutas coincidieron con la red de radares de Polonia, incluidos el sitio Nur-12M en Roskosz y el sistema Rat-31DL en Labunie. Los analistas señalaron que los drones podrían haber estado sondeando las defensas aéreas de la OTAN, probando coberturas en direcciones que corresponden a planes rusos de eventuales avances terrestres.

Numerosos aeropuertos en toda Polonia fueron cerrados temporalmente, incluido el de Rzeszow, un centro vital para la ayuda militar occidental a Ucrania. Ciudadanos en varias provincias recibieron alertas de emergencia por SMS indicándoles que se refugiaran en los albergues y reportaran restos de drones.

Fotos de los lugares de los accidentes indican que los intrusos eran drones rusos ligeros Gerbera, hechos en gran parte de espuma. Normalmente usados como señuelos, también pueden portar equipos de reconocimiento o pequeñas cargas explosivas y, en este caso, estaban equipados con tanques de combustible adicionales que les permitieron volar a mayor alcance, lo cual desmiente las afirmaciones inmediatas de Rusia de que la incursión fue un error.


Los analistas militares señalaron que desde julio se han encontrado tarjetas SIM polacas en drones rusos utilizados contra Ucrania, lo que les permite un mejor control remoto y transmisión de datos, crucial para misiones de reconocimiento. No es la primera vez que Rusia pone a prueba la paciencia de la OTAN, ya que recientemente un dron de fabricación rusa se estrelló en un campo de entrenamiento lituano, hogar de un batallón multinacional de la OTAN.


Los drones rusos también han caído repetidamente dentro de Rumanía durante ataques contra Odesa, pero más allá de eso, aviones y helicópteros rusos han sondeado los cielos de la OTAN en varias ocasiones.

Cazas británicos interceptaron un avión espía Il-20M sobre el Báltico en abril y otro aparato desde Kaliningrado días después. En mayo, un caza ruso que escoltaba a un petrolero que burlaba sanciones cruzó al espacio aéreo estonio, subrayando la disposición de Rusia a arriesgar una confrontación directa.


En general, al derribar los drones, la OTAN ha enviado su advertencia más clara de que futuras violaciones rusas serán respondidas con fuerza, ya sean drones, cazas o helicópteros. Los funcionarios incluso están discutiendo una zona de exclusión aérea sobre el oeste de Ucrania, lo que tanto protegería el flanco oriental de la OTAN como aliviaría la presión sobre las sobrecargadas defensas aéreas de Ucrania. Un paso así, antes impensable, ahora se debate abiertamente a medida que las provocaciones rusas se vuelven más audaces. El presidente ucraniano Volodímir Zelenski calificó el incidente de precedente extremadamente peligroso para Europa, advirtiendo que Moscú está empujando los límites de lo posible. Subrayó que no se trató de un solo accidente, pero la respuesta de la OTAN dejó algo claro: la era de tolerar incursiones rusas ha terminado.

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