Hoy, llegan grandes noticias desde la Federación Rusa.
Aquí, las fuerzas ucranianas ejecutaron una serie de ataques de precisión destinados a socavar críticamente las capacidades de ataque aéreo de Rusia, asestando duros golpes a varios aeródromos y almacenes de municiones rusos de gran importancia estratégica. Al limitar el poder aéreo ruso, los ucranianos buscan dejar a las fuerzas terrestres rusas sin apoyo de fuego, haciendo que sus ataques sean mucho más vulnerables.

Uno de los ataques más impactantes ocurrió en la base aérea de Borisoglebsk, en la región de Vorónezh. Las fuerzas ucranianas atacaron esta base aérea, hogar de avanzados cazas rusos como los Su-34, Su-35S y Su-30SM. El ataque provocó incendios masivos, destruyendo un depósito crítico que contenía bombas aéreas guiadas KAB y dañando gravemente al menos un avión de entrenamiento de combate, con varios más probablemente destruidos. Las evaluaciones de daños siguen en curso, pero los informes preliminares indican un deterioro sustancial de las capacidades ofensivas aéreas rusas.

Otro ataque exitoso tuvo como objetivo la base aérea de Khalino, en la región rusa de Kursk. Las municiones ucranianas impactaron con precisión un almacén de bombas aéreas y misiles, destruyendo también un sistema de defensa aérea Pantsir-S1 que custodiaba el sitio.

La inteligencia ucraniana también coordinó un devastador ataque contra el Centro de Apoyo Logístico 1060 en la región de Briansk, provocando grandes incendios y detonaciones secundarias. Esto destruyó varios depósitos rusos llenos de combustible para cohetes, lubricantes y misiles y bombas lanzadas desde el aire.

Pero el golpe más doloroso para Rusia ocurrió en la base aérea de Marinovka, en la región de Volgogrado, donde las Fuerzas de Operaciones Especiales de Ucrania confirmaron la destrucción de cuatro cazabombarderos avanzados Su-34, los principales aviones tácticos de Rusia usados para lanzar ataques aéreos contra Ucrania.

Las imágenes satelitales muestran claramente daños extensos, incluyendo múltiples cráteres, lo que indica la destrucción de varios sitios de almacenamiento de municiones. Un expiloto militar ruso y reconocido analista de aviación comentó con amargura, calificando el evento como otra pérdida de varios miles de millones de rublos que “pudo y debió haberse evitado”, subrayando fallos graves en la seguridad operativa rusa.

De forma notable, el personal de las bases aéreas rusas continúa colocando neumáticos sobre los aviones como medida de protección contra los ataques con drones ucranianos, a pesar de la clara evidencia repetida de su ineficacia. Esta medida no solo es inútil, ofreciendo una protección mínima, sino que además sobrecarga innecesariamente a los equipos de mantenimiento rusos, afectando aún más su preparación y eficiencia operativa. Los drones y misiles ucranianos, indiferentes a estas rudimentarias barreras de neumáticos, continúan devastando los aviones rusos en tierra con una precisión alarmante.


La lógica estratégica ucraniana detrás de estos ataques selectivos es clara y deliberada, y se traduce directamente en el terreno.

Típicamente, los rusos abruman posiciones ucranianas con intensos bombardeos de artillería y ataques aéreos, después de que fuerzas terrestres rusas ubican sus objetivos sacrificando oleadas de infantería poco calificada como señuelo para atraer el fuego ucraniano.

Al destruir sistemáticamente los aviones rusos, los almacenes de municiones y las infraestructuras de defensa aérea en zonas traseras, las fuerzas ucranianas limitan severamente la capacidad de Rusia para apoyar los asaltos terrestres mediante poder aéreo, aliviando significativamente la presión sobre las tropas ucranianas en primera línea.

Estas operaciones ucranianas también obligan a los rusos a intensificar y asumir más riesgos en sus operaciones aéreas, intentando lograr el mismo efecto pero con menos aeronaves y municiones disponibles. Además, el uso intensivo de aviones sin técnicos de mantenimiento debidamente capacitados incrementa considerablemente el riesgo de accidentes. Como ejemplo de esta vulnerabilidad, otro Su-34 ruso se estrelló recientemente debido a una falla en el tren de aterrizaje, provocando la muerte de un piloto experimentado. Estas pérdidas auto infligidas, sumadas a la pérdida previa de cientos de pilotos y técnicos calificados, solo agravan la ya severa degradación rusa en el campo de batalla.


Además, para sostener operaciones aéreas intensas y reducir los tiempos de rotación de aeronaves, Rusia ha posicionado muchas de ellas peligrosamente cerca del frente. Aunque inicialmente respondió a la devastadora Operación Telaraña de Ucrania construyendo estructuras protectoras de concreto, los ataques recientes indican que estos esfuerzos defensivos no se han escalado lo suficiente o incluso se han abandonado por completo, sin presión pública significativa que obligue a los comandantes a continuar su construcción.

Esto podría permitir otro gran ataque ucraniano contra activos clave de la aviación rusa en tierra.

En general, la campaña sostenida de Ucrania contra la aviación rusa sigue siendo estratégicamente indispensable. Al debilitar las capacidades de ataque aéreo de Rusia, Ucrania protege eficazmente su infraestructura civil, resguarda a sus tropas en el frente y socava críticamente el potencial ofensivo ruso durante los decisivos meses de verano. Neutralizar la superioridad aérea rusa sigue siendo una prioridad fundamental, permitiendo a los defensores ucranianos rechazar los asaltos mientras degradan sistemáticamente el poder de combate ruso antes de las grandes batallas.

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