Hoy, hay noticias importantes desde la dirección de Zaporiyia.
Aquí, las redes de partisanos ucranianos han intensificado los sabotajes de gran impacto en lo profundo del territorio controlado por Rusia, atacando puestos de mando, depósitos y unidades de élite con una precisión implacable. Utilizando coches bomba, explosiones e incendios provocados, estos agentes ucranianos eliminaron a generales clave rusos y sembraron el caos entre las fuerzas aerotransportadas más selectas de Rusia, recientemente redistribuidas.

En su mayor golpe, los saboteadores ucranianos prendieron fuego a la hierba seca junto a la sede del 35.º Ejército de Armas Combinadas de Rusia. El fuego y el humo se extendieron rápidamente hasta la base rusa, llenando los refugios y atrapando a más de una docena de oficiales de estado mayor. La operación combinó creatividad y una coordinación estrecha, ya que informantes locales cartografiaron los búnkeres rusos, calcularon bien el momento de la ignición y se retiraron antes de que el incendio se propagara para no ser capturados. Así, el 35.º Ejército ruso perdió al menos a 18 de sus oficiales de más alto rango, incluidos 4 coroneles, 6 mayores, 4 capitanes y 3 tenientes responsables de la ofensiva en Zaporiyia.

En otra operación, una furgoneta militar rusa vinculada a la unidad chechena Ajmat, en las afueras de Melitopol, fue cargada con explosivos por partisanos ucranianos, que luego observaron la escena desde la distancia. Una vez que los soldados enemigos subieron, la bomba fue detonada de forma remota y los partisanos registraron todo en video, que más tarde fue publicado por la Dirección Principal de Inteligencia de Ucrania. La explosión mató a cinco de las fuerzas especiales de élite de Kadýrov, dañó un nodo de guerra electrónica e hirió a varios otros soldados rusos cercanos.

Otro video procedente de Melitopol muestra cómo los partisanos ucranianos emboscaron a un grupo de infantes de marina rusos que llegaban a un depósito local de municiones, probablemente para recoger nuevo material. Sin embargo, al llegar, los ucranianos detonaron un explosivo que mató al menos a 6 soldados enemigos, destruyó el arsenal de municiones y también la base de ensamblaje de drones FPV rusos a la que estaba vinculado.

Estos sabotajes se producen en el contexto de la reciente prisa de Rusia por trasladar formaciones de élite a la región de Zaporiyia, con unidades aerotransportadas y navales siendo redistribuidas desde otros sectores del frente, en preparación de una posible nueva ofensiva.

Lo más probable es que apoyen el esfuerzo ruso existente al oeste de Velyka Novosilka, con el objetivo de fijar las líneas defensivas ucranianas bien fortificadas en Zaporiyia, mientras otro grupo intenta envolverlas operativamente desde el este.

Para evitar tal posibilidad, la inteligencia ucraniana asume el riesgo de exponer sus redes clandestinas al utilizarlas no solo para la recopilación de información, sino también para acciones directas.

Melitopol se ha convertido en un punto focal de la actividad partisana ucraniana, albergando una campaña clandestina activa en el corazón logístico enemigo en el sur, y es importante entender que tales misiones dependen de densas redes locales. Muchos partisanos son residentes que protegen a los operativos militares y de inteligencia, proporcionan reconocimiento y siguen los movimientos enemigos, mientras que otros son equipos especializados infiltrados desde la Dirección Principal de Inteligencia de Ucrania.

Operando a unos cien kilómetros del frente, estas células dependen de refugio y abastecimiento local mientras transmiten coordenadas exactas a los equipos ucranianos de drones y misiles de largo alcance, lo que permite ataques quirúrgicos que multiplican el efecto de un pequeño grupo partisano.

Las consecuencias estratégicas de la guerra de guerrillas ucraniana van más allá de las bajas en el campo de batalla. Eliminar a oficiales superiores y destruir centros de coordinación erosiona la continuidad del mando, obliga a apresurados relevos de personal y retrasa la planificación operativa. Esa pérdida de personal clave hace que las ofensivas coordinadas sean más arriesgadas y lentas, lo que beneficia a las operaciones ucranianas en el frente. Las acciones de los partisanos ucranianos también reconfiguran los planes operativos rusos, convirtiendo a los refuerzos y convoyes de suministro en objetivos de alto valor, y forzando a los comandantes rusos a desviar recursos adicionales a la seguridad en la retaguardia. Esa dinámica complementa la postura convencional de Ucrania: mientras las fuerzas regulares se mantienen o contraatacan en la línea, los partisanos y equipos de inteligencia golpean en la profundidad para debilitar las futuras ofensivas.

En conjunto, Ucrania ha convertido las áreas traseras bajo control ruso en un campo de batalla disputado donde pequeñas células de partisanos infligen un daño desproporcionado. El incendio en el cuartel general y las emboscadas no son incidentes aislados, sino elementos de una campaña destinada a impedir la concentración rusa, desmantelar la logística y decapitar los escalones de mando antes de que comiencen las ofensivas. Para los comandantes rusos, la advertencia es clara: el control territorial es vacío sin áreas traseras seguras. La actividad detrás de las líneas enemigas se ha convertido en un multiplicador de fuerza persistente para Ucrania, y Rusia puede seguir enviando tropas, pero sin líneas de suministro seguras y sin confianza local, su ventaja numérica se irá erosionando de manera constante.

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