Hoy, hay actualizaciones interesantes desde Sudamérica.
Aquí, Estados Unidos comenzó a incautar petroleros de la flota en la sombra que transportan petróleo venezolano para hacer cumplir las sanciones y ejercer aún más presión. Con la declaración de que todos los buques que entren y salgan serán detenidos por la Armada estadounidense, los capitanes de los barcos rusos empezaron a entrar en pánico, al comprender que ellos serían los siguientes objetivos, ya que también están sancionados por Estados Unidos.

Rusia y Venezuela se han visto tomadas por sorpresa por una escalada repentina y contundente en el mar, cuando la Armada y la Guardia Costera de Estados Unidos comenzaron a interceptar activamente petroleros sancionados en el Atlántico y el Caribe, amenazando directamente a la flota en la sombra de la que dependen para sobrevivir económicamente. La primera señal clara llegó cuando fuerzas estadounidenses incautaron un petrolero frente a la costa de Venezuela en aguas internacionales. El buque, sancionado durante años por su implicación en el tráfico ilícito de petróleo que apoyaba a Venezuela e Irán, fue abordado en una operación espectacular con helicópteros. Personal armado descendió por cuerdas hasta la cubierta, aseguró a la tripulación y desvió el barco, señalando un cambio fundamental de una aplicación pasiva a una acción marítima activa.


La incautación no fue un acto aislado, ya que coincidió con un importante despliegue militar estadounidense en todo el sur del Caribe, dejando claro Washington que se producirán más intercepciones y que otros petroleros podrían ser incautados en las próximas semanas. Esto apunta directamente a la línea vital financiera del régimen de Nicolás Maduro, que depende casi por completo de las exportaciones de petróleo, gran parte de las cuales ahora fluye a través de redes opacas de flota en la sombra diseñadas para eludir las sanciones, lo que permitió que las exportaciones venezolanas repuntaran hasta aproximadamente 920.000 barriles diarios, socavando hasta ahora el impacto previsto de la presión estadounidense.

Estados Unidos elevó la apuesta al anunciar un bloqueo total y completo de los petroleros sancionados que entren o salgan de Venezuela, destacando la concentración de activos navales en la región y advirtiendo que podrían desplegarse más. Con más de 30 de los 80 buques cerca de aguas venezolanas ya sancionados, el mensaje fue claro: el modelo de la flota en la sombra ya no será tolerado.

Este desarrollo sacudió de inmediato a Rusia, ya que sus petroleros de la flota en la sombra también están bajo sanciones estadounidenses, por lo que se observó que todos los barcos rusos cambiaban bruscamente de rumbo al aproximarse al Caribe. Varios buques dieron media vuelta en lugar de arriesgarse a una intercepción por parte de las fuerzas estadounidenses, ya que no están asegurados para resistir una incautación y sus tripulaciones no tienen incentivos para desafiar a la Armada de Estados Unidos. Según analistas, uno de cada cinco petroleros del mundo está ahora involucrado en el transporte de petróleo sancionado, y la mitad se dedica exclusivamente al crudo ruso. Así, el bloqueo del Caribe golpea directamente a un aliado clave de la estrategia rusa para evadir sanciones.

El temor es tan agudo que Rusia ha comenzado a colocar personal armado a bordo de algunos petroleros de la flota en la sombra, particularmente en el mar Báltico. Autoridades suecas han confirmado avistamientos repetidos de personal militar ruso en buques sospechosos de evadir sanciones. En algunos casos, incluso pilotos militares rusos han ayudado a los petroleros a navegar por estrechos angostos.

A pesar de esta militarización, los buques rusos siguen evitando por completo el Caribe, lo que subraya cuán en serio se toma Moscú el riesgo. La presencia de soldados puede disuadir inspecciones en zonas disputadas, pero no ofrece protección alguna frente a una operación naval estadounidense decidida.

El impacto geopolítico más amplio es grave, ya que los regímenes autoritarios de Rusia y Venezuela se han vuelto cada vez más dependientes entre sí a medida que se profundiza el aislamiento occidental. Aunque el comercio ruso que transita por aguas caribeñas es insignificante, la economía venezolana depende en gran medida de las exportaciones marítimas de petróleo, que representan el 90% de sus ingresos, y alrededor del 20 al 30% de ellas dependen directamente de buques rusos.


Moscú aporta experiencia técnica, inversiones petroleras y respaldo político, mientras que Venezuela sirve como un punto de apoyo económico y estratégico clave en América Latina. Al atacar el transporte petrolero venezolano, Washington está cortando de hecho esta asociación, y la reacción rusa fue inmediata, con el ministro de Asuntos Exteriores Serguéi Lavrov acusando al Pentágono de agresión en el Caribe y condenando las acciones navales estadounidenses en la zona.


Todo esto se suma a la creciente presión global sobre la flota en la sombra rusa, ya que los drones navales ucranianos han convertido partes del mar Negro en un cementerio de petroleros. Estados europeos están deteniendo barcos en el Báltico, mientras que explosiones inexplicables cerca de África Occidental han dañado o hundido buques sancionados. Los costos de seguro se disparan, las rutas se reducen y ahora el Atlántico tampoco es seguro.

En conjunto, la decisión estadounidense de bloquear activamente los petroleros de la flota en la sombra vinculados a Venezuela supone un golpe importante al sistema ruso de evasión de sanciones. La retirada repentina de los buques rusos del Caribe y las airadas reacciones desde Moscú confirman la eficacia de esta medida. A medida que los ingresos petroleros se reducen aún más, Rusia y sus aliados enfrentan una presión económica cada vez mayor, cerrando el cerco sobre regímenes que ya luchan por mantener la estabilidad interna.


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