Hoy, la noticia más importante llega desde Ucrania.
Aquí, un hallazgo notable revela cómo helicópteros de fabricación rusa terminaron volando para las Fuerzas Armadas de Ucrania. La historia de varios Mi-17 expone cómo transferencias internacionales, inventarios extranjeros colapsados y una red encubierta de intermediarios permitieron a Ucrania adquirir aeronaves que su enemigo nunca tuvo la intención de que poseyera.

La noticia se centra en pruebas emergentes de que helicópteros Mi-17 de fabricación rusa fueron vendidos discretamente a través de intermediarios privados durante los primeros meses de la guerra. Estas transacciones comenzaron como ofertas comerciales rutinarias dentro de Rusia, donde las empresas rusas creían estar tratando con compradores extranjeros legítimos.

Los helicópteros que pusieron en el mercado fueron luego redirigidos por intermediarios occidentales que los movieron a lo largo de canales que finalmente condujeron a Ucrania. El resultado es que Rusia ayudó, sin saberlo, a suministrar varios de sus propios aparatos al país que intentaba derrotar. Este hecho revela que una parte de la flota ucraniana de Mi-17 no provino únicamente de aliados oficiales, sino también de estas ventas encubiertas e involuntarias. Ucrania continúa operando helicópteros Mi-17 recibidos de Estados Unidos y de socios europeos, y estas aeronaves suministradas legalmente amplían la flota creada por las transferencias anteriores.

Ucrania aseguró estos helicópteros a través de vías legales de reexportación; sin embargo, según medios de investigación rusos e informes citados, surgió otro punto de acceso a partir de la confusión y la búsqueda de beneficios que marcaron la fase inicial de la guerra. Estas fuentes describen las acciones de un ciudadano peruano llamado Vladimir Bankovich, quien anteriormente había trabajado con el Ministerio de Defensa de su país en la modernización de aeronaves de fabricación rusa. Afirman que intentó intermediar ventas de Mi-17 para Ucrania, incluidos aparatos que supuestamente se encontraban dentro de Rusia.

También sostienen que en abril de 2022 contactó a Richard McCourt, de la empresa estadounidense Go-2 Weapons, y ofreció facilitar las compras utilizando su larga trayectoria con firmas aeronáuticas rusas como Russian Helicopters y Spark. Este trasfondo supuestamente le dio acceso a industrias afectadas por las sanciones y la disrupción de la guerra. El relato continúa con afirmaciones de que la empresa húngara De Fango y su socio ruso afiliado AR Center ofrecieron tres Mi-17 a intermediarios estadounidenses.

Según los mismos relatos, la empresa polaca Umo recibiría estos helicópteros, los reacondicionaría y los transferiría a las fuerzas ucranianas.

Estas fuentes concluyen que socios occidentales podrían haber aprovechado la corrupción y la débil supervisión dentro de Rusia para obtener aeronaves adicionales para Ucrania.

Una vez que los helicópteros llegaron a Ucrania, fueron adaptados a misiones de primera línea marcadas por la actividad persistente de drones, líneas de contacto cambiantes y la necesidad constante de movilidad bajo fuego, lo que convirtió al Mi-17 en una opción natural para varios roles críticos. Las fuerzas ucranianas utilizan estas aeronaves para reforzar su defensa contra los drones Shahed, transportando equipos antidrones y personal de radar a posiciones donde la alerta temprana debe mantenerse sin interrupciones.


También arman los Mi-17 con ametralladoras y cohetes no guiados que permiten a las tripulaciones enfrentarse directamente a los Shahed durante vuelos de intercepción a baja altitud. Estos helicópteros sostienen posiciones avanzadas aisladas mediante la entrega de munición, agua, herramientas de mantenimiento y otros suministros esenciales cuando los convoyes terrestres no pueden desplazarse con seguridad debido a los bombardeos de artillería y a rutas dañadas que bloquean el acceso, y esta capacidad a menudo determina si los defensores pueden seguir manteniendo sus líneas.


Su amplia cabina los ha hecho indispensables para la evacuación médica, ya que los sanitarios pueden estabilizar a varios soldados heridos durante el vuelo, lo que reduce significativamente la mortalidad en combates intensos donde la supervivencia depende de una extracción rápida. El Mi-17 también apoya operaciones de reacción rápida al permitir a los comandantes reposicionar pequeños grupos de infantería hacia sectores amenazados con una velocidad que el transporte terrestre no puede igualar, lo que permite a las fuerzas ucranianas reforzar puntos débiles antes de que los asaltos rusos cobren impulso. En la práctica, esto significa que helicópteros que Rusia vendió accidentalmente a través de intermediarios ahora están volando misiones activas de combate y apoyo al combate que contribuyen directamente a la capacidad de Ucrania para resistir las operaciones rusas.


En conjunto, el traslado de estos helicópteros al servicio ucraniano muestra cómo la guerra puede abrir vías que reconfiguran la capacidad militar de formas inesperadas y a menudo contradictorias. La combinación de transferencias oficialmente autorizadas y la supuesta implicación de intermediarios descrita en los informes rusos demuestra cómo el equipamiento puede cruzar fronteras tanto por canales transparentes como opacos. Estos helicópteros ahora apoyan misiones que ayudan a Ucrania a sostener sus líneas defensivas y a proteger a su personal bajo condiciones de amenaza persistente. Su uso continuado revela cómo aeronaves diseñadas para un entorno estratégico pueden convertirse en instrumentos esenciales en una lucha completamente distinta por la supervivencia nacional.


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