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En los campos de batalla, están surgiendo nuevas y extrañas siluetas blindadas, cubiertas con entramados de varillas de metal y acero que les dan un aspecto distintivamente espinoso. Estos llamados “tanques erizo” son la última adaptación en la continua lucha por sobrevivir a la guerra de drones, evolucionando a partir de los anteriores “tanques tortuga” que una vez simbolizaron la improvisación en el frente y ahora anticipan la siguiente etapa de mejora del blindaje.

El surgimiento de los tanques erizo y otros vehículos blindados se produjo como una evolución natural de los diseños de blindaje antidrone anteriores. Los tanques tortuga ofrecían una protección fuerte, pero eran pesados, lentos y difíciles de maniobrar, mientras que sus caparazones cerrados impedían que la infantería disparara contra los drones entrantes. Esto daba a los operadores de drones más tiempo para apuntar a puntos débiles como la cubierta del motor o las escotillas.

Para contrarrestar esto, los ingenieros añadieron picos que mantenían a los drones a distancia y dificultaban ataques precisos, creando el siguiente paso en la adaptación de los vehículos blindados a la guerra moderna con drones. El surgimiento de los tanques erizo fue una evolución directa de los diseños de blindaje antidrone anteriores.


Cuando las cubiertas planas y las estructuras de jaula de los tanques tortuga demostraron ser insuficientes frente a operadores de drones hábiles que podían maniobrar a través de los huecos, los ingenieros buscaron una nueva solución. Añadir picos alrededor del vehículo creó otra capa de defensa que interfería con el enfoque del dron, marcando el siguiente paso en el esfuerzo continuo por adaptar los vehículos blindados a la guerra moderna con drones.


Estas modificaciones generalmente se producen en el frente y no en fábricas, con unidades soldando varillas de acero y barras de refuerzo sobre los cascos existentes, ajustando longitudes y ángulos mediante pruebas rápidas en el campo. Las tripulaciones prueban estas configuraciones directamente en combate, observan cómo se comportan bajo ataques de drones y refinan rápidamente la disposición.


Para los soldados que dependen de estos vehículos, los beneficios prácticos son claros, ya que los picos a menudo provocan que un dron atacante pierda el control antes de alcanzar el blindaje principal, reduciendo así el daño al vehículo y mejorando su supervivencia. La red de varillas también interfiere con las trayectorias de vuelo, dificultando la realización de ataques precisos sobre los puntos débiles.

A diferencia de los pesados cascos de tortuga sobre los que generalmente se construyen, los picos añaden solo una pequeña cantidad de peso adicional, lo que significa que no reducen significativamente la movilidad del tanque, mientras que proporcionan un aumento notable en protección y supervivencia. Los informes del frente indican que estos “erizos” han sobrevivido a sorprendente cantidad de ataques de drones antes de ser destruidos o verse obligados a retirarse. Aunque esto no los hace invulnerables, demuestra que la improvisación simple puede prolongar la vida útil de los vehículos blindados en las zonas de combate más saturadas de drones de la guerra moderna.

A pesar de su utilidad, el diseño erizo tiene serios inconvenientes, muchos de los cuales son similares o incluso peores que los de los tanques tortuga. El problema más evidente es la movilidad, ya que los picos pueden engancharse en árboles, cables, escombros o incluso en personal aliado, dificultando o imposibilitando el movimiento en bosques o áreas urbanas. También limitan el acceso a puentes y túneles y complican el remolque o las reparaciones en el campo, al tener que trabajar alrededor de las extensiones espinosas. El mantenimiento y la evacuación se vuelven mucho más difíciles porque las varillas bloquean escotillas y paneles de acceso, y el laberinto de acero alrededor del tanque puede atrapar fácilmente a la tripulación. El perfil espinoso también aumenta la visibilidad, convirtiendo estos vehículos en objetivos prominentes para drones de reconocimiento y artillería.


Algunos analistas incluso han sugerido que las densas varillas de metal podrían interferir con las comunicaciones a bordo o con los sistemas de guerra electrónica, debilitando una capa de defensa mientras se fortalece otra. Y aunque los picos pueden desviar o interrumpir drones FPV más pequeños, no protegen contra todo tipo de ataque. Los operadores hábiles todavía pueden encontrar ángulos débiles o usar explosivos más pesados para derrotar a un erizo, y las tripulaciones de drones suelen apuntar a las orugas, porque inmovilizar el vehículo lo deja expuesto al fuego de artillería posterior.

En general, la aparición de los tanques erizo resalta el constante enfrentamiento entre la guerra de drones en avance y los esfuerzos por preservar la supervivencia del blindaje en el campo de batalla. Estos vehículos espinosos marcan un paso práctico hacia adelante en la evolución del blindaje, extendiendo la protección hacia afuera para alterar las trayectorias de los drones y mejorar la supervivencia cuando se combinan con cascos tortuga y contramedidas electrónicas. Sin embargo, su estructura pesada, la visibilidad limitada y la movilidad restringida continúan limitando su efectividad general, y ya están surgiendo nuevas tácticas de drones para sortear tales defensas. Al final, los tanques erizo se presentan como una solución ingeniosa pero temporal, cuyo legado dependerá de si realmente logran mantener a más tripulaciones con vida o si se desvanecen en la historia como otro experimento improvisado en una guerra prolongada.

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