Hoy, la noticia más importante proviene de la Federación Rusa.
Aquí, Rusia ha mejorado sus drones Shahed con un objetivo claro: penetrar las defensas ucranianas cada vez más efectivas. El resultado es un sistema más rápido, sigiloso y letal, diseñado para probar la capacidad de intercepción de Ucrania a gran escala.

Los drones Shahed de Rusia ahora vuelan a más de 200 kilómetros por hora y alcanzan altitudes de hasta 3.000 metros, representando una mejora significativa respecto a versiones anteriores. Puede que esto no suene extremo según los estándares de la aviación, pero sitúa a los drones justo por encima del alcance confiable de muchos sistemas móviles de defensa aérea. Para las tripulaciones de defensa aérea móvil que dependen de cañones automáticos y ametralladoras sin puntería automatizada, la mayor velocidad y altitud reduce drásticamente su efectividad. Además, la nueva altitud de crucero de los Shahed está cerca o alrededor del techo máximo de compromiso de la mayoría de los MANPADS en servicio con Ucrania. La mayor velocidad también acorta el tiempo disponible para que los centros de comando identifiquen y respondan, dificultando la coordinación de defensas escalonadas o la reasignación rápida de cobertura para interceptar múltiples drones entrantes. Esto por sí solo aumenta las probabilidades de que al menos algunos drones logren pasar, aunque la mayoría sea interceptada.

Otro cambio crítico es la forma en que estos drones descienden sobre sus objetivos, ya que se ha registrado que los Shahed recientes se lanzan en picada a velocidades cercanas a los 400 kilómetros por hora, con una trayectoria más pronunciada que antes. Estos descensos rápidos y en ángulo alto permiten que el dron evada sistemas de defensa puntual que dependen de rastreo e interceptación de último segundo, como cañones automáticos o sistemas guiados por infrarrojos cerca de objetivos de alto valor.


En efecto, los drones ahora vuelan demasiado bajos para los sistemas de alcance medio, demasiado rápidos para los sistemas de corto alcance y demasiado altos para las armas portátiles. Esto estira la red de defensa aérea de Ucrania, obligándola a reposicionarse constantemente, gastar más interceptores y asumir más riesgos al decidir qué objetivos entrantes priorizar.


El bloqueo de GPS ha sido una de las herramientas más fiables de Ucrania para perturbar los drones rusos en la fase final de vuelo, pero aquí también los rusos se han adaptado. Los Shahed más recientes parecen estar equipados con mejores sistemas de navegación inercial y blindaje que los hace menos dependientes de señales GPS. No son sistemas totalmente autónomos y aún no igualan a los misiles de crucero en precisión, pero la brecha se está cerrando. Un Shahed que puede continuar volando incluso cuando las señales GPS se degradan o se pierden representa una amenaza mucho mayor para instalaciones militares, infraestructura energética y centros urbanos, especialmente cuando se lanzan en enjambres.

Quizás la mejora más importante se ha realizado en la carga explosiva, ya que Rusia reemplazó los explosivos antiguos de 50 kilos por una nueva carga combinada de 90 kilos. Esto incluye un núcleo de carga hueca para penetración de blindaje, rodeado de capas de fragmentación, explosión y efecto incendiario.


Esta combinación de velocidad, altitud y nueva carga de 90 kilos con efectos múltiples hace que los drones no solo sean más difíciles de interceptar, sino también mucho más versátiles contra distintos objetivos. A diferencia de las cargas convencionales que se concentran en un solo tipo de daño, este diseño asegura que incluso impactos parciales causen daño a casi cualquier objetivo que un Shahed pueda alcanzar.


Contra sus objetivos principales, como depósitos de combustible, subestaciones eléctricas, concentraciones de tropas y viviendas civiles, todas estas mejoras se complementan: la mayor velocidad protege contra la interceptación, la altitud dificulta el rastreo visual y la carga más pesada significa que incluso un impacto parcial puede causar daños graves. También eleva los riesgos para las operaciones en la retaguardia ucraniana, ya que incluso brechas limitadas en la defensa aérea ahora pueden causar daños significativos en infraestructura o víctimas.


A largo plazo, este cambio refleja el compromiso de Rusia con la guerra de drones a escala industrial, y en lugar de depender de unos pocos misiles de precisión, Moscú invierte en olas de drones baratos y cada vez más avanzados para sondear y agotar las defensas ucranianas. Si este enfoque puede superar la producción de drones y la tecnología de intercepción de Ucrania aún está por verse, pero por ahora ambos bandos están escalando la guerra de drones, con hardware más rápido, tácticas más afiladas y menos reglas.


En general, las mejoras de los Shahed representan un esfuerzo por restaurar el equilibrio en la guerra de drones, ya que durante gran parte del año pasado, Ucrania había ganado ventaja interceptando estos drones, combinando mejor cobertura de radar con tiempos de respuesta más rápidos y nuevas tácticas, como la intercepción dron contra dron. Pero con mayor velocidad, altitud, navegación mejorada y cargas más potentes, los Shahed ya no son los objetivos lentos y predecibles que solían ser. Incluso si su tasa de éxito no aumenta drásticamente, el costo para que Ucrania los detenga será mucho mayor.

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