Hoy llega una actualización impactante desde la Federación Rusa.
Ucrania ha llevado a cabo una sofisticada operación militar, asestando un golpe devastador a la aviación estratégica rusa y dejando en jaque a los servicios de seguridad del Kremlin.

Mediante el uso remoto de enjambres de drones lanzados desde camiones comunes, los ucranianos lograron destruir decenas de aviones estratégicos que Rusia ya no puede producir, paralizando sus capacidades ofensivas durante décadas.

La operación, con nombre en clave Telaraña (Spiderweb), es uno de los ataques con drones más complejos de la historia militar moderna. Tras más de 18 meses de preparación, el Servicio de Seguridad de Ucrania lanzó 117 drones desde posiciones encubiertas dentro del territorio ruso, golpeando simultáneamente cinco bases aéreas clave. El objetivo era claro: neutralizar la flota de bombarderos estratégicos rusos, responsables de los ataques diarios con misiles y bombas contra ciudades e infraestructuras ucranianas.

La logística operativa reveló un nivel de ingenio extraordinario. Operativos ucranianos introdujeron en secreto drones FPV en Rusia, los almacenaron en depósitos y los ensamblaron dentro de cabinas de madera móviles montadas sobre camiones alquilados.

Estos vehículos fueron luego estacionados por conductores comunes cerca de las bases aéreas objetivo. Al activarse a distancia, los techos de estas cabinas se abrían y liberaban los drones directamente hacia sus blancos. El propio presidente Volodímir Zelenski supervisó la operación, lo que subraya su importancia estratégica. Zelenski reveló que uno de los centros de mando ucranianos se encontraba al lado de una oficina local del FSB, lo que expuso una humillante falla de inteligencia para Rusia.


Uno de los supuestos depósitos logísticos se hallaba en la frontera con Kazajistán, lo que sugiere que parte del montaje de drones se realizó a través de terceros países. Esto implica que los servicios ucranianos no solo operan dentro de Rusia, sino también en sus alrededores.

Entre las bases aéreas atacadas se encontraba Olenya, cerca de Múrmansk, a 2.000 km de Ucrania. Esta base albergaba bombarderos estratégicos con capacidad nuclear, como los Tu-95MS y Tu-160. Al menos diez explosiones fueron reportadas, apuntando con precisión a depósitos de combustible y aviones.

La base aérea de Belaya, en el Óblast de Irkutsk, también fue golpeada, marcando la primera acción militar ucraniana significativa en Siberia, a más de 5.000 km del frente. Allí se destruyeron o dañaron gravemente al menos siete aeronaves, incluidas varias Tu-22M3, según imágenes satelitales.


En la base aérea de Dyágilevo, en Ryazán, se documentaron siete explosiones, afectando aviones Tu-95MS y Tu-22M3.

La base de Ivánovo Severni fue otro blanco. Se reportó la destrucción de una aeronave A-50 AWACS, crucial para la vigilancia aérea rusa. Esta pérdida supone la eliminación de la mitad de toda la flota rusa de aviones de alerta temprana, cuya reposición es improbable debido a la falta de componentes clave. Esto reduce gravemente la capacidad de Rusia para monitorear y operar en el espacio aéreo.


Una base aérea en la región de Amur también fue atacada. Aunque inicialmente se consideró fallido, datos satelitales posteriores confirmaron la destrucción de un Tu-95.

La magnitud y complejidad de la Operación Telaraña provocó fuertes reacciones de los analistas militares rusos, que calificaron el ataque como “altamente impactante” y criticaron los intentos de los medios estatales de minimizar los daños. Por excepción inusual, destacados blogueros militares rusos criticaron directamente al presidente Putin, denunciando las fallas defensivas y de contrainteligencia que permitieron este ataque.


Para asegurar la extracción de sus operativos y distraer a las fuerzas rusas, Ucrania coordinó varias operaciones de sabotaje simultáneas. Cuatro puentes ferroviarios fueron volados —dos en Briansk, uno en Kursk y otro en Melitópol— generando caos y pánico. Además, una fuerte explosión sacudió Severomorsk, sede administrativa de la Flota del Norte rusa, lo que aumentó aún más la confusión. Las autoridades ucranianas afirmaron que todos los participantes regresaron a salvo a Ucrania, y calificaron cualquier futura detención anunciada por Rusia como un mero espectáculo para consumo interno.

En conjunto, la operación infligió daños inmensos e irreparables a la aviación militar rusa. Funcionarios ucranianos afirmaron que más de 40 aeronaves fueron impactadas, lo que representa cerca del 34% de los bombarderos estratégicos rusos. Las pérdidas superan los 7.000 millones de dólares.


Material visual disponible públicamente —grabaciones de testigos, imágenes satelitales y filmaciones de drones— confirma visualmente la destrucción de al menos 21 aeronaves estratégicas, incluido el invaluable A-50 AWACS, aunque se sigue evaluando el daño total.


Dado el estado actual de la industria aeronáutica rusa y la gravedad de las pérdidas, la Operación Telaraña reduce significativamente la capacidad de Rusia para realizar operaciones aéreas estratégicas a medio y largo plazo. Además, ha sembrado el pánico dentro de Rusia y destruido el mito cuidadosamente cultivado de su invulnerabilidad, debilitando de forma crítica incluso su disuasión nuclear.


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