Hoy hay actualizaciones interesantes desde el Cáucaso Sur.
Aquí, soldados rusos están siendo desplegados en Armenia para presionar tanto a Azerbaiyán como a Armenia y mantener la región dentro de la esfera de influencia rusa. En respuesta, han estallado protestas masivas, y Armenia ha comenzado a estrechar sus lazos con Occidente en busca de garantías de seguridad.

En Armenia, se está gestando una ola de cambio a medida que la opinión pública se inclina fuertemente en contra de la influencia rusa, con protestas que ya han surgido en varias ciudades durante los últimos meses. Se han planeado nuevas manifestaciones para el Día de la Independencia de Armenia, el 23 de agosto, dirigidas tanto a la base militar rusa en Gyumri como a la membresía en la OCS (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva), el bloque de seguridad ruso modelado según la OTAN. Estas concentraciones, organizadas por partidos proeuropeos y respaldadas por ciudadanos de oposición de Gyumri y Ereván, reflejan un creciente entendimiento entre los armenios de que la presencia militar rusa conlleva riesgos más que seguridad.

Incluso con agravios históricos contra Azerbaiyán, muchos ahora ven los despliegues de Moscú, que sirven como una amenaza para el propio Azerbaiyán, como una forma de afianzar el poder ruso en lugar de defender los intereses armenios. Con las elecciones parlamentarias cruciales de 2026 acercándose, las fuerzas prooccidentales están utilizando este descontento para movilizar apoyo, contrarrestando las habituales narrativas rusas de rusofobia y conspiraciones occidentales.


Este giro hacia Occidente está impulsado tanto por la decepción como por la necesidad. La inacción de Rusia durante la última ofensiva de Azerbaiyán, con Moscú demasiado ocupada con la guerra en Ucrania para ayudar, rompió la ilusión de Rusia como aliado confiable. Una encuesta reciente muestra que la mitad de los armenios está dispuesta a unirse a la Unión Europea, percibiendo la mayor seguridad como el principal beneficio. Aunque la UE no es una alianza militar, muchos creen que su influencia económica sobre Azerbaiyán ofrece un disuasivo más eficaz que las misiones de mantenimiento de la paz rusas, que han demostrado ser ineficaces, mientras que Azerbaiyán también busca alinearse más con Occidente.

El crecimiento económico ocupa el segundo lugar entre las expectativas públicas, dado que la membresía en la UE requeriría la retirada de la Unión Económica Euroasiática. Si bien esto plantearía desafíos regulatorios y logísticos, la posición geográfica de Armenia podría convertirla en un nodo importante de futuros corredores de tránsito que conecten Europa y Asia.

Los lazos con Bruselas ya se están profundizando, ya que la jefa de política exterior de la UE, Kaja Kallas, visitó recientemente la capital armenia, reuniéndose con el ministro de Asuntos Exteriores Ararat Mirzoyan para anunciar consultas oficiales sobre defensa entre la UE y Armenia. La reunión siguió a la ausencia de Mirzoyan en una cumbre de la OCS, subrayando el continuo distanciamiento de Armenia respecto a Moscú.


Las discusiones abordaron la integración del mercado, la lucha contra la desinformación y el papel de Armenia en futuros proyectos, mientras Kallas impulsaba el fortalecimiento de los vínculos entre Europa y Asia Central. Esto ocurre en medio de tensiones sobre la Iglesia Armenia, con Mirzoyan acusando al ministro de Exteriores ruso, Sergey Lavrov, de interferir en asuntos internos armenios a través de sus instituciones religiosas, de manera similar a lo ocurrido en Ucrania antes de 2014.


La UE ha reforzado su compromiso extendiendo su misión de monitoreo civil en Armenia por dos años más, señalando un compromiso a largo plazo. Bruselas también ha destinado 33 millones de euros en ayuda humanitaria para los desplazados de Nagorno-Karabaj, la región en disputa entre Armenia y Azerbaiyán, y está explorando financiamiento de defensa a través del Fondo Europeo para la Paz. Aunque Armenia no ha solicitado formalmente la membresía en la UE, recientes movimientos legislativos y el inicio de un diálogo de liberalización de visados apuntan hacia esa dirección.


Paralelamente a la vía europea, la cooperación militar con Estados Unidos se está expandiendo, ya que Armenia albergará este mes los ejercicios Eagle Partner 2025 con fuerzas estadounidenses y la Guardia Nacional de Kansas, centrados en operaciones de mantenimiento de la paz y evacuación. Ahora en su segundo año, estos ejercicios se han convertido en un evento anual, consolidando la cooperación militar entre Estados Unidos y Armenia. Aunque de pequeña escala, el simbolismo es potente: Armenia acoge abiertamente la presencia militar occidental como alternativa a las garantías de seguridad rusas, que han fallado consistentemente.

Para Estados Unidos, esto representa una oportunidad para anclar su influencia en el Cáucaso Sur, un nodo clave de energía y tránsito, al tiempo que ofrece a Armenia entrenamiento y experiencia operativa.

En conjunto, lo que estamos presenciando es una fase decisiva en la reducción del dominio ruso en el Cáucaso Sur. Incluso la rivalidad con su vecino Azerbaiyán no supera este proceso de toma de decisiones, reconociendo que no se puede contar con Rusia mientras siga completamente ocupada con la guerra en Ucrania. Con la UE y Estados Unidos ahora activamente involucrados, el giro de Armenia fuera de la órbita rusa se está acelerando. En una región donde Rusia solía dictar los resultados, Ereván se está posicionando como un socio democrático y orientado a reformas para Occidente, buscando diversificación de seguridad, desarrollo económico y soberanía política en un panorama geopolítico en rápida transformación.

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