Operación completada: 1.200 rusos muertos, 155 vehículos destruidos, 55 km² liberados
Los comandantes rusos eligieron proteger sus carreras en lugar de a sus soldados, ocultando el cerco cerca de Dobropillia hasta que se convirtió en una matanza masiva. Al enviar informes falsificados hacia arriba en la cadena de mando, crearon la ilusión de posiciones estables y pérdidas manejables, incluso cuando los bolsillos aislados eran eliminados uno por uno. Las fuerzas ucranianas, conscientes de la situación gracias a la vigilancia con drones y las comunicaciones interceptadas, esperaron pacientemente, permitiendo que los rusos se debilitaran aún más antes de avanzar. Este enfoque deliberado aseguró que cada colapso local pasara desapercibido para el alto mando, impidiendo cualquier retirada o refuerzo ruso coordinado. Cuando la verdad finalmente llegó al Kremlin, lo hizo en forma de colapsos simultáneos en múltiples asentamientos, sorprendiendo a un liderazgo acostumbrado a informes triunfalistas. Al final, el intento de ocultar el fracaso solo lo amplificó, convirtiendo un revés táctico en una humillación estratégica y una pérdida devastadora de personal.

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