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Hoy, hay noticias interesantes desde los Estados bálticos.
Aquí, la escalada entre Rusia y Estonia continúa saliéndose de control, ya que fuerzas rusas detuvieron un barco con carga estonia a pocos kilómetros de la costa. A medida que aumentan los ataques híbridos contra Estonia, el país ha lanzado una campaña masiva de reforma de la defensa, ha llevado a cabo el mayor entrenamiento militar conjunto con aliados de la OTAN y hasta ha comenzado a considerar la creación de extensos campos de minas a lo largo de la frontera con Rusia.
Recientemente, las tensiones se intensificaron significativamente después de que las autoridades rusas detuvieran al Green Admire, un petrolero de propiedad griega con bandera de Liberia que acababa de zarpar del puerto estonio de Sillamäe. El buque se dirigía a Róterdam transportando petróleo de esquisto cuando pasó por aguas rusas, parte de un corredor marítimo seguro acordado mutuamente por Rusia, Estonia y Finlandia. A pesar de respetar este protocolo, Rusia interceptó el barco y lo remolcó hasta un puerto para imponerle una multa. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Estonia calificó la detención como una violación de las normas marítimas y desde entonces ha anunciado que redirigirá todo el tráfico naval exclusivamente por aguas territoriales estonias. El ministro de Asuntos Exteriores, Margus Tsahkna, comentó que este incidente demuestra que Rusia sigue actuando de forma impredecible.
Esto se suma a la reciente violación del espacio aéreo ruso mientras la armada estonia intentaba interceptar un petrolero que forma parte de la flota sombra rusa.
Este incidente es solo el último de una larga lista de provocaciones rusas dirigidas a Estonia. Apenas el año pasado, Rusia publicó un proyecto de resolución que indicaba planes para redibujar unilateralmente las fronteras marítimas en el golfo de Finlandia, reclamando efectivamente partes de las aguas finlandesas y letonas, antes de retirar silenciosamente la amenaza sin explicación. Aumentando la fricción, guardias fronterizos rusos retiraron más de la mitad de las boyas que marcan la frontera entre Estonia y Rusia en el río Narva. A pesar de las repetidas solicitudes diplomáticas de Estonia, los marcadores no han sido devueltos, dejando el tráfico fluvial vulnerable a violaciones fronterizas accidentales.
Mientras tanto, interferencias GPS, que se cree provienen de Kaliningrado, han provocado cientos de interrupciones en el tráfico aéreo en el espacio aéreo de la región. Solo en 2023, las autoridades estonias recibieron 307 informes de interferencias, el 85% de los cuales estaban relacionados con el GPS. Aunque el tráfico aéreo sigue siendo seguro gracias a la navegación manual, las interrupciones evidencian un esfuerzo deliberado de Rusia por sembrar inestabilidad.
En respuesta a estas amenazas híbridas, Estonia ha emprendido una gran iniciativa defensiva. El Centro de Inversiones en Defensa de Estonia ha iniciado la construcción de 600 búnkeres de hormigón a lo largo de la frontera con Rusia, lo que representa un cambio significativo en el pensamiento estratégico nacional. Están diseñados para resistir fuego de artillería de 152 mm, el estándar soviético que Rusia sigue utilizando en su artillería de tubo. Se están refinando los prototipos previamente probados, y las instalaciones piloto comenzarán en el sur y noreste de Estonia para el otoño. Los oficiales de las Fuerzas de Defensa de Estonia han enfatizado la importancia de completar la mayor parte del trabajo durante tiempos de paz con equipo civil. Los búnkeres estarán camuflados como montículos y serán monitoreados regularmente para garantizar su operatividad. Paralelamente, Estonia ha adquirido dientes de dragón de hormigón y alambre de púas por un valor de 1,6 millones de euros, aunque solo se instalarán si las tensiones escalan aún más.
Siguiendo el ejemplo de Lituania y Polonia, Estonia también está considerando retirarse de la Convención de Ottawa sobre minas antipersonales. La guerra en Ucrania ha demostrado su eficacia continua para detener los avances enemigos, y Estonia considera vital mantener esta opción para defender sus fronteras.
La preparación militar también se ha reforzado mediante ejercicios a gran escala. A principios de este mes, Estonia organizó el Ejercicio Erizo 2025, su mayor entrenamiento militar anual. Con la participación de más de 16.000 soldados de 10 países de la OTAN, el ejercicio simuló una incursión rusa a gran escala. Se probaron estrategias de respuesta rápida y la interoperabilidad entre fuerzas aliadas. La nueva doctrina de Estonia ahora prioriza la defensa del territorio desde el primer momento del ataque, alejándose de la estrategia anterior del “disuasivo simbólico” que asumía un avance inicial enemigo antes de una contraofensiva de la OTAN.
Las lecciones de Ucrania, especialmente las tácticas destructivas de Rusia y el alto coste de recuperar territorio perdido, han transformado profundamente la postura defensiva de Estonia.
En general, mientras continúan las provocaciones rusas, se está formando una sólida línea de defensa báltica. Estonia, Lituania, Letonia y Polonia están reforzando sus fronteras, construyendo búnkeres, fortaleciendo su infraestructura y mejorando la preparación militar con el respaldo de la OTAN.
Su geografía los hace vulnerables, pero los estados bálticos ya no quieren ser observadores pasivos. Están formando un muro colectivo de resistencia, asegurándose de que cualquier nueva provocación rusa se enfrente con una respuesta más dura e inmediata, aumentando su fortaleza y capacidad de disuasión.
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