Los partisanos ucranianos SACUDEN a Rusia desde Crimea hasta Moscú.

Dec 1, 2025
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Hoy, las noticias más importantes llegan desde la Federación Rusa.

Aquí, una ola de sabotajes ha estallado en territorio controlado por Rusia y en lo profundo del país, revelando un nivel de resistencia subterránea que Moscú ha tenido dificultades para contener. Lo sorprendente no es solo la propagación de los incidentes, sino cómo ahora aparecen en grupos, golpeando la logística, las comunicaciones y las fuerzas de seguridad al mismo tiempo.

El estallido a lo largo del frente comenzó con una serie de intentos de sabotaje que muestran lo cerca que operan ahora los partisanos ucranianos de las unidades rusas. El ejemplo más claro proviene de Melitópol, donde combatientes de la resistencia intentaron detonar un vehículo que transportaba a una tripulación rusa de drones mientras se preparaban para operaciones. El intento fracasó, pero marcó el tono de lo que siguió. En Lugansk, explosivos colocados bajo dos vehículos rusos detonaron con un efecto mucho mayor, matando a cuatro soldados y subrayando lo profundamente que las redes partisanas se han arraigado en los asentamientos controlados por Rusia.

Al mismo tiempo, infiltrados ucranianos en Crimea grabaron aviones de combate despegando de la Base Aérea de Saky, proporcionando a la inteligencia ucraniana una visibilidad en tiempo real de los patrones de vuelo rusos. Estos incidentes difieren en estilo, pero comparten el mismo mensaje: los partisanos están activos a todas horas, capaces de acercarse a las fuerzas rusas y cada vez más confiados en atacar la logística de primera línea y los activos de vigilancia.

Ahora el efecto se vuelve más claro al observar cómo estas operaciones moldean el frente, ya que los ataques partisanos rara vez se filman, pero el número de los que sí vemos sugiere una escala mucho mayor bajo la superficie. Cada vehículo dañado o nodo de mando destruido obliga a las unidades rusas a retirar infantería de la línea y desviarla a tareas de guardia, escolta de convoyes, barridos de rutas y patrullas constantes dentro de las localidades controladas por Rusia, añadiendo fricción diaria a un personal ya sobrecargado y aumentando las posibilidades de que más ataques se filtren. Mientras tanto, la recopilación de inteligencia por parte de los partisanos, como grabar los despegues de aeronaves, alimenta a los planificadores de ataques ucranianos con información que de otro modo requeriría vuelos de reconocimiento más arriesgados. Estas redes identifican movimientos de tropas, sitios de almacenamiento y ubicaciones de sistemas de guerra electrónica, creando un fondo constante de incertidumbre para las fuerzas rusas que operan en áreas que consideraban seguras.

Al mismo tiempo, está surgiendo un nuevo patrón mucho más allá del frente, ya que el sabotaje dentro de Rusia ha aumentado drásticamente. En la región de Kursk, una operación combinada entre fuerzas especiales ucranianas y un grupo partisano destruyó un vehículo de carga de un sistema Iskander utilizado para preparar misiles para su lanzamiento. Un ataque separado en la misma zona neutralizó un radar Harmoniya que apoyaba a las unidades locales de defensa aérea.

En Bashkortostán, ataques incendiarios destruyeron múltiples torres de comunicación, mientras que en Vólogda, un gabinete de relés ferroviarios fue destruido, interrumpiendo el tráfico en una ruta clave.

En otra ola de incidentes que se extendió desde Moscú hasta Irkutsk, paneles eléctricos, cajas de relés e infraestructura ferroviaria fueron incendiados, con las autoridades locales describiendo los sucesos como fallos técnicos inexplicables.

El caso más grave ocurrió cerca de Moscú, donde infiltrados volaron secciones del oleoducto Ring. El ataque dejó fuera de servicio las tres líneas de combustible, afectando el suministro de gasolina, diésel y combustible de aviación a varias refinerías importantes y obligando a Rusia a enviar equipos de reparación de emergencia por toda la región.

Ahora, el impacto más amplio dentro de Rusia es difícil de ignorar para Moscú. La propagación del sabotaje desde Moscú hasta los Urales refleja el creciente descontento antigubernamental en ciertos círculos, pero aquí la motivación no es la independencia, sino la oposición directa a la guerra. Son rusos que asumen riesgos personales para atacar a su propio Estado, aún pocos, pero cada vez más visibles. Su participación convierte incidentes aislados en una señal política, mostrando que la resistencia ya no está confinada a los territorios ucranianos controlados por Rusia, sino que está surgiendo dentro del propio corazón de la federación, obligando a los servicios de seguridad a defender una retaguardia que ya no es completamente leal.

En general, el aumento de la actividad partisana y de sabotaje marca un cambio en la presión interna que enfrenta Rusia. En el frente, los grupos de resistencia están interrumpiendo la logística, recopilando inteligencia y obligando a las unidades rusas a desviar personal lejos del combate. En la retaguardia profunda, los ataques contra ferrocarriles, comunicaciones e infraestructura energética exponen debilidades estructurales que Moscú no puede proteger sin sobreextender aún más sus fuerzas. La combinación está ejerciendo una presión continua sobre la capacidad de Rusia para mover tropas, combustible y equipo, mientras revela un nivel de resistencia interna que las autoridades ya no pueden ocultar.

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