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Hoy, la noticia más importante viene de Ucrania.
Aquí, drones ucranianos de largo alcance atacaron y hundieron un buque de carga ruso que transportaba drones iraníes Shahed antes de que pudieran ser descargados. Este fue solo el primer paso de lo que siguió: una campaña más amplia en la que Ucrania atacó todo lo relacionado con los drones iraníes Shahed, desde los sitios de lanzamiento hasta enormes depósitos de almacenamiento y plantas de ensamblaje.
El primer objetivo de Ucrania fue el puerto de Olya, en el mar Caspio, donde atacaron un buque de extrema importancia, ya que estaba cargado con municiones y piezas de drones iraníes Shahed. Las imágenes muestran al buque escorado, con el puente devastado por el fuego y el casco parcialmente sumergido, contradiciendo las afirmaciones rusas de daños leves. Olya es el principal puerto ruso en el Caspio, conectando Irán con rutas interiores, y golpear allí interrumpió un corredor clave que había canalizado drones iraníes hacia Rusia para ataques nocturnos contra ciudades ucranianas.
El ataque demostró que los envíos pueden ser destruidos incluso en su punto de entrada, lejos del frente, y para Ucrania esto sienta un precedente para atacar las rutas logísticas que alimentan la campaña de drones rusa.
Ucrania ha comenzado una campaña metódica contra cada etapa del programa Shahed, con el objetivo de destruir transporte, lanzamiento, almacenamiento y sitios de producción de manera secuencial.
El siguiente ataque alcanzó el aeródromo de Primorsko-Ajtarsk en Krasnodar, un conocido sitio de lanzamiento de Shaheds a través del mar de Azov. Durante la noche, los drones golpearon las áreas de lanzamiento, y los datos satelitales confirmaron incendios poco después de detectarse actividad de lanzamiento rusa. Como este aeródromo ha sido central en los ataques masivos rusos, datos satelitales previos muestran ataques repetidos para reducir su capacidad operativa con el tiempo. Cada ataque obliga a Moscú a depender más de lanzadores móviles, lo que reduce la capacidad de concentración y degrada la efectividad de sus ataques de saturación.
Ucrania también atacó depósitos de almacenamiento en Tartaristán, a más de 1.300 kilómetros de la frontera. En Kzyl-Yul, drones de largo alcance alcanzaron almacenes que contenían Shaheds listos para usar y piezas importadas, provocando incendios que arrasaron el sitio.
Los medios rusos intentaron minimizar el impacto, pero la inteligencia ucraniana confirmó que un gran número de drones fueron destruidos antes de que pudieran ser trasladados al frente. Imágenes compartidas por fuentes rusas de depósitos similares sugieren que un solo almacén puede contener un paquete de ataque completo, a menudo con cientos de drones en una sola instalación. Este no fue un evento aislado, ya que Ucrania volvió a atacar el mismo depósito poco después, esperando a que se reabasteciera antes de golpearlo de nuevo.
La fábrica de Yelabuga, en Tartaristán, también ha permanecido bajo fuego ucraniano, ya que esta planta es la más grande y central en el esfuerzo ruso por ensamblar Shaheds a nivel nacional y reducir la dependencia del suministro iraní. Ataques anteriores dañaron talleres y provocaron incendios, y los ataques recientes nuevamente alcanzaron el sitio.
Para Rusia, mantener la fábrica en funcionamiento es crucial para sostener la producción, pero cada impacto retrasa la fabricación y eleva el costo de encontrar técnicos dispuestos a trabajar bajo amenaza. Después de repetidos ataques, pocos aceptan empleos en un sitio que es un objetivo principal para Ucrania y que el propio gobierno ruso no puede proteger. Para Ucrania, golpear Yelabuga significa apuntar al núcleo del ensamblaje ruso de drones, y regresar al lugar tras ataques anteriores demuestra que Kiev puede monitorear y perturbar la producción en ciclos, no solo una vez.
La secuencia de ataques —un buque destruido en Astracán, un sitio de lanzamiento golpeado en Krasnodar, depósitos incendiados en Tartaristán y una fábrica repetidamente atacada— refleja una estrategia deliberada. Ucrania ya no solo intercepta drones en el aire, sino que ataca todo el ecosistema que posibilita su uso, porque la lucha ha pasado de la defensa a la ofensiva. Al atacar la cadena de suministro desde el punto de entrada hasta el almacenamiento, lanzamiento y ensamblaje final, Kiev ha demostrado que cada etapa es vulnerable y que la distancia ya no garantiza protección.
En conjunto, los ataques han encarecido significativamente los Shaheds para Rusia, obligándola a defender rutas de suministro y fábricas a lo largo de miles de kilómetros. Moscú debe dispersar sus escasas defensas aéreas, desviar envíos desde Irán y absorber la pérdida de instalaciones de producción que no pueden ser reemplazadas fácilmente. Cada golpe debilita la capacidad de Rusia de sostener ataques masivos con drones, demostrando que los drones ucranianos pueden golpear con precisión en la profundidad del territorio ruso.
En una guerra de desgaste, este equilibrio importa: cuanto más lejos pueda Ucrania golpear dentro del territorio ruso, menos podrá Moscú contar con los drones iraníes para sostener su campaña de presión.
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