¡Miles De Personas En Las Calles De Todas Las Ciudades Rusas!
Por primera vez desde el inicio de la invasión a gran escala, Rusia enfrenta una crisis energética provocada por sí misma. Ha surgido una escasez nacional de combustible, no por la demanda estacional como afirma Moscú, sino por los incesantes ataques de Ucrania contra refinerías, depósitos y oleoductos. La interrupción se extiende ahora mucho más allá del campo de batalla, alcanzando Moscú, San Petersburgo e incluso el Lejano Oriente. Las colas, el racionamiento y el cierre de estaciones se han vuelto rutinarios, con soldados y civiles compitiendo por suministros cada vez más escasos. El Kremlin lucha por contener el malestar, mientras los controles de precios se derrumban y estallan protestas regionales. Lo que antes daba a Rusia influencia sobre Europa —su vasto sector energético— se ha convertido en una frágil carga, que amenaza tanto su esfuerzo bélico como su estabilidad interna.
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