Hoy, la noticia más importante proviene de Ucrania.
Aquí, la inteligencia rusa mediante drones muestra claros signos de colapso. Los drones Orlan, Zala y Lancet están cada vez más ciegos, interferidos o destruidos, lo que deja a las unidades de ataque rusas sin los datos de puntería que antes utilizaban para guiar el fuego de artillería y misiles.

Recientemente, analistas militares rusos comenzaron a quejarse de que las fuerzas rusas no han podido atacar de manera efectiva posiciones ucranianas de alto valor detrás de la línea del frente. El problema principal es la incapacidad de los drones de reconocimiento rusos para penetrar detrás de las líneas ucranianas y detectar estos puestos de mando, instalaciones de armas, aeródromos y concentraciones de tropas. Ucrania ha desplegado de manera efectiva radares móviles de detección de objetivos aéreos, conocidos como estaciones OVT, pequeños radares móviles de detección de objetivos aéreos, a lo largo de todo el frente. Los radares desplegados bajo la designación OVT incluyen sistemas de vigilancia aérea 3D móviles, como el RPS 42, diseñados para detección e identificación de objetivos a baja y alta altitud. Estos radares móviles proporcionan coordinación y datos de seguimiento en tiempo real incluso bajo condiciones de interferencia, haciéndolos ideales para proteger las líneas avanzadas.

Estos sistemas compactos son fáciles de operar y pueden reposicionarse rápidamente, ofreciendo a las unidades ucranianas una imagen constante de las amenazas entrantes. Su presencia significa que los drones y misiles rusos son detectados antes y de manera más confiable, permitiendo que las defensas aéreas respondan con mucha mayor eficiencia que antes. Las fuerzas rusas se quejan de que algunos de estos radares pueden permanecer estacionarios hasta ocho meses antes de que los comandantes rusos ordenen su destrucción, lo que indica que los oficiales rusos subestiman enormemente la amenaza que representan para sus operaciones.

Sin datos de reconocimiento confiables, la estrategia de Rusia de desgastar la retaguardia ucraniana está fallando, y los ataques que antes obligaban a Kiev a dispersar recursos ahora impactan en almacenes vacíos, mientras que los medios rusos se ven obligados a exagerar los pocos ataques exitosos para mantener la ilusión.

El contexto político hace que este cambio sea aún más evidente, ya que Moscú había presentado los ataques profundos como prueba de su superioridad tecnológica. Las imágenes regulares de explosiones en almacenes ucranianos pretendían demostrar inevitabilidad; sin embargo, el silencio actual es revelador.


Incluso los analistas militares rusos se quejan de que los ataques con misiles ahora son meramente demostrativos y golpean edificios civiles en lugar de objetivos militares. Esto daña la confianza interna, especialmente después de que los comandantes prometieran que la ofensiva de verano traería resultados decisivos.


Sin embargo, la incapacidad de los rusos para realizar ataques repetidos y precisos también significa que sistemas ucranianos de alto valor, como los Himars y drones de largo alcance, pueden operar con mayor libertad, atacando convoyes de combustible y concentraciones de tropas con menor riesgo de detección y represalia inmediata. Esto ha sido un problema para los rusos durante mucho tiempo; por ejemplo, en Kursk, la incursión ucraniana tuvo éxito en gran parte porque los movimientos ucranianos pasaron desapercibidos hasta que fue demasiado tarde. Los posteriores ataques repetidos de Himars contra concentraciones rusas a decenas de kilómetros detrás de la línea del frente ilustran cuán agresiva se ha vuelto la campaña de ataques ucraniana.

El punto de inflexión es claro: la red de reconocimiento rusa ya no puede mantenerse al ritmo de las contramedidas ucranianas. Debido a que Rusia no puede rastrear la retaguardia profunda de Ucrania, no puede atacar a los Himars ni a otros sistemas de largo alcance, dejando sus ofensivas desprotegidas mientras Ucrania contraataca. Las líneas de suministro que deberían estar protegidas siguen siendo vulnerables, ya que cada depósito ucraniano que no se golpea significa más proyectiles, más drones y más rotaciones para las brigadas defensoras.

Para Rusia, los intentos de cerrar la brecha importando drones de reconocimiento de proveedores asiáticos, como fabricantes iraníes y chinos menores, han fracasado en gran medida. Estas plataformas están diseñadas para uso comercial, carecen de enlaces de comunicación reforzados y son fácilmente interferidas por la guerra electrónica ucraniana.

En general, el colapso del reconocimiento en la retaguardia rusa es una debilidad estructural con consecuencias directas para la logística y la sostenibilidad. Moscú está perdiendo la capacidad de paralizar la logística ucraniana en profundidad, mientras que Ucrania gana libertad para maniobrar y ampliar sus ataques. A medida que se desarrolla la campaña de verano, este desequilibrio podría afectar no solo la intensidad del combate, sino también la propia sostenibilidad del esfuerzo bélico ruso.

Lo que antes era una fortaleza decisiva de Rusia se ha convertido en una vulnerabilidad expuesta, y Kiev está determinada a aprovecharla al máximo.

Comentarios