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Casi cuatro años de guerra han obligado a las partes combatientes a adaptarse a las realidades cambiantes del campo de batalla. Sin embargo, los rusos no pueden estandarizar estas soluciones ni las lecciones aprendidas en todas sus fuerzas armadas, y esto les está costando muchas vidas.

En las fuerzas armadas rusas, la comunicación y la coordinación entre unidades son en su mayoría inexistentes porque no hay una red digital unificada de batalla, y los oficiales subordinados ocultan los fallos para evitar castigos. Cuando una unidad individual adopta un nuevo método para mejorar su defensa, contrarrestar las tácticas ucranianas o mejorar la logística, la falta de comunicación y de difusión de esta práctica a otras unidades limita la eficacia general, ya que no ocurre una adaptación a nivel institucional. La estructura de mando rígida, la mentalidad de la era soviética, la mala gestión presupuestaria y la falta de financiación son responsables de la ausencia de estandarización. El principal obstáculo para soluciones estandarizadas es que su doctrina, industria y burocracia se oponen estructuralmente a los requisitos previos de la estandarización. La doctrina militar rusa glorifica la improvisación ad-hoc por encima de los procedimientos uniformes, y su industria maximiza la producción a corto plazo desde fábricas fragmentadas.

Actualmente, Rusia es incapaz de satisfacer las necesidades de sus soldados en el campo de batalla debido a la alta densidad de drones ucranianos y a los obstáculos logísticos. Las fuerzas rusas enfrentan déficits persistentes de suministros, obligando a voluntarios a financiar y entregar bienes esenciales a zonas inaccesibles. Los soldados se ven frecuentemente forzados a usar sus ingresos personales para comprar consumibles y equipo no estándar.

En cuanto a las fortificaciones, no existen modelos de búnkeres prefabricados que puedan construirse rápidamente para proteger a la infantería rusa. La electricidad también es esencial en el frente para cargar baterías o mantener las luces encendidas en un búnker, lo cual solo puede proporcionarse mediante generadores diésel o bancos de energía de alta capacidad. Sin embargo, hay múltiples tipos de generadores utilizados a lo largo del frente por las unidades rusas, lo que significa que se necesitan repuestos y accesorios de combustible diferentes para cada uno. Tampoco existe un estándar de energía solar o baterías a nivel de unidad, lo que implica que no hay un protocolo de carga compartido.

La calidad del equipo estándar proporcionado por el ejército ruso suele ser mala. Hay casos en que sus soldados recibieron equipo antiguo, como botiquines médicos de la era soviética con vendas y gasas fabricadas en 1977. También se entregaron Kalashnikov oxidados, cascos de la Segunda Guerra Mundial y chalecos antibalas de calidad inferior, incapaces de detener balas o metralla.

Debido a la mala calidad del equipo que puede proporcionar el estado, los soldados rusos a menudo deben saquear el equipo de sus compañeros caídos. El equipo estándar en el ejército ruso no es suficiente porque priorizan la cantidad sobre la interoperabilidad; los soldados necesitan comprar su propio equipo, lo que a menudo significa que no hay equipamiento idéntico. Como resultado, la logística no puede soportar el equipo no estándar porque no existen soportes de radio comunes ni suministros médicos compartidos.


Debido a la amplia cobertura de drones ucranianos, los alimentos y el agua también son limitados, ya que los camiones de suministro son fáciles de atacar, lo que obliga a los rusos a abastecer a sus fuerzas mediante drones. Sin embargo, el ejército ruso no cuenta con una flota de drones logísticos específica, y la capacidad de carga de los drones existentes varía mucho, lo que hace que su logística sea poco confiable. Además, Rusia aún no ha podido construir túneles de malla extensos para proteger sus rutas logísticas de los ataques de drones ucranianos, mientras que Ucrania lo ha superado en construcción a gran escala desarrollando e implementando un método unificado. Los rusos utilizaron redes en Bakhmut y Chasiv Yar, pero estas son ausentes o insuficientes en el sector de Pokrovsk, dejando la logística rusa vulnerable y resultando en la fallida campaña de Pokrovsk a principios de este año.

Ucrania produce manuales militares que cubren temas desde tácticas hasta construcción de fortificaciones, mientras que Rusia carece de esfuerzos institucionales comparables, confiando en cambio en materiales instructivos producidos de manera privada. Los materiales estandarizados son esenciales porque, si los veteranos no transmiten sus experiencias del campo de batalla a los nuevos soldados, estas se pierden cuando los soldados experimentados mueren.


En general, el enfoque rígido de Rusia y la falta de estandarización dificultan su capacidad para funcionar de manera efectiva. Como resultado, las pérdidas de personal y equipo son asombrosas debido a la ausencia de un enfoque unificado en el ejército ruso. El alto mando ruso está interesado en el statu quo, ya que beneficia sus objetivos personales y prácticas corruptas. Esta corrupción arraigada y resistencia a la reforma asegura que cualquier intento de estandarizar soluciones sea rápidamente socavado, dejando la estructura militar rusa ineficiente.


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