Hoy hay novedades interesantes desde el mar Báltico.
Aquí, un barco ruso fue sorprendido casi con las manos en la masa cerca de un cable submarino de energía entre Polonia y Suecia. El gobierno polaco decidió actuar de inmediato y expulsó al barco sospechoso, pero Rusia fue un paso más allá y decidió provocar una confrontación directa con la OTAN.

Tras el reciente endurecimiento de las sanciones de la Unión Europea contra la flota en la sombra de Rusia, Polonia ha emergido como uno de los miembros más firmes de la OTAN en hacer cumplir dichas medidas.

Estas acciones, destinadas a interrumpir las exportaciones marítimas encubiertas de petróleo por parte de Rusia, han coincidido con un aumento notable de los intentos de sabotaje ruso por parte de la misma flota a lo largo del mar Báltico.

El incidente más reciente se produjo cuando los servicios de inteligencia polacos detectaron una embarcación vinculada a Rusia, sancionada, identificada como Sun y con bandera de Antigua, realizando maniobras sospechosas cerca del cable eléctrico crítico entre Polonia y Suecia. Esta línea submarina de 600 megavatios es esencial para el intercambio energético entre ambas naciones, y el primer ministro polaco Donald Tusk confirmó que el ejército polaco intervino. Un vuelo de patrullaje obligó a la embarcación a cambiar de rumbo, y el barco de reconocimiento de la Armada polaca, el ORP Heweliusz, fue enviado al lugar. El ministro de Defensa, Władysław Kosiniak-Kamysz, subrayó la gravedad de la situación, afirmando que desde que Suecia y Finlandia se unieron a la OTAN, el mar Báltico se ha convertido en una zona marítima clave, donde se produce el mayor número de incidentes relacionados con cortes de cables y sabotajes.

Polonia ha dejado claro que cualquier amenaza a la infraestructura del Báltico será respondida con firmeza.

Este último episodio se suma a una serie de esfuerzos de sabotaje rusos en la región. Rusia ha sido vinculada a numerosos incidentes de manipulación submarina, con 11 cables submarinos saboteados desde 2023, según un subcomandante de la guardia costera finlandesa. El daño más reciente confirmado ocurrió a finales de 2024, e involucró el cable eléctrico Estlink 2 entre Finlandia y Estonia. Las investigaciones revelaron una enorme marca de arrastre de ancla en el fondo marino, atribuida al petrolero Eagle S, vinculado a Rusia. Estos actos son ampliamente considerados como parte de la estrategia de guerra híbrida de Rusia: desestabilizar a los estados europeos sin una confrontación militar abierta.

Sin embargo, según el ministro de Defensa finlandés, Antti Häkkänen, Rusia ha comenzado a escoltar militarmente a sus petroleros de la flota en la sombra a través de las estrechas y sensibles aguas del golfo de Finlandia. Aunque la presencia naval rusa en el Báltico no es nueva, el despliegue de buques de guerra para proteger directamente a los petroleros encubiertos representa una escalada significativa.

Buques como el Jaguar, que Estonia intentó sin éxito escoltar hasta uno de sus puertos para su identificación y que desde entonces cambió su nombre a Blint y fue re-registrado en Comoras, viajan ahora con protección militar directa. Esto reduce el riesgo de abordaje o interceptación por parte de los estados europeos, especialmente en zonas como el golfo de Finlandia.

Esta militarización eleva considerablemente el nivel de tensión. Al situar sus fuerzas armadas junto a sus operaciones de transporte ilícitas, Rusia intenta disuadir la intervención de la OTAN no con advertencias, sino con provocaciones. Si una armada europea intenta hacer cumplir sanciones o detener sabotajes submarinos, ahora debe enfrentarse a escoltas militares rusas. Cualquier intento de interceptación podría desembocar en una confrontación.


La intención estratégica es clara: provocar una reacción, idealmente forzando a la OTAN a disparar el primer tiro. Esto permitiría al Kremlin presentar a la alianza como el agresor, tanto ante su propio público como ante observadores extranjeros simpatizantes. Es una jugada asimétrica, un escudo militar para una operación comercial, desafiando a la OTAN a probar los límites de la escalada.

Al mismo tiempo, con una economía fuertemente dependiente de los ingresos petroleros, el Kremlin considera a la flota en la sombra como una arteria vital. Los analistas rusos han reconocido la importancia de estas escoltas militares, pero han expresado dudas sobre la capacidad de la Flota del Báltico rusa para sostener dichas misiones. Dadas las condiciones envejecidas de los buques rusos y los problemas persistentes en la construcción naval, la flota de la OTAN en el mar Báltico supera a la rusa tanto en capacidad moderna como en tonelaje colectivo, con sistemas superiores de vigilancia, detección de submarinos y respuesta rápida de múltiples estados miembros.

En conjunto, a medida que las tensiones en el Báltico se intensifican semana tras semana, el papel de Polonia como ejecutor en primera línea de las sanciones de la UE se vuelve cada vez más crucial, gracias a su disposición para actuar. Mientras tanto, Rusia continúa utilizando la flota en la sombra para provocar, sondear y proyectar fuerza, todo mientras intenta controlar la narrativa de que está siendo asediada. Lo que comenzó como sabotaje encubierto y operaciones evasivas de petroleros está convirtiéndose rápidamente en un punto de ignición militar, y el próximo incidente en el Báltico podría determinar si el frágil equilibrio se mantiene o se rompe.

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