Hoy, la noticia más importante llega desde la Federación Rusa.
Aquí, los ucranianos lanzaron una devastadora campaña ferroviaria que atacó sistemáticamente las arterias principales de suministro de Rusia en varias regiones. Con el flujo de tropas, combustible y equipo interrumpido o completamente detenido, los ucranianos cortaron las venas que mantienen vivo el esfuerzo bélico ruso.

Hace apenas dos días, tres oficiales de la Guardia Nacional rusa murieron por una mina colocada bajo la vía férrea en la región de Oriol. La explosión interrumpió la conexión con Kursk y retrasó más de 15 trenes, un golpe directo a uno de los principales corredores de suministro de las fuerzas rusas a lo largo de las regiones de Járkiv y Sumy.


Esa misma noche, un sabotaje en la región de Leningrado descarriló una locomotora que transportaba 15 cisternas de combustible. El tráfico ferroviario en ambas direcciones se detuvo y un operador de tren murió. En Tver, la inteligencia militar ucraniana llevó a cabo una operación de precisión, colocando explosivos bajo vagones de combustible estacionados y detonándolos de manera remota en el cruce principal.


Más al sur, las Fuerzas de Operaciones Especiales de Ucrania confirmaron un ataque exitoso contra un tren de combustible en la estación de Dzhankoi, en Crimea, interrumpiendo el suministro al grupo de fuerzas del sur de Rusia. Y en una secuencia particularmente brutal cerca de Ostrykivk, en la región de Zaporiyia, las fuerzas ucranianas volaron una vía férrea, descarrilaron un tren de carga y luego utilizaron drones FPV para incendiar el combustible derramado. Estos no son incidentes aislados; representan la punta de lanza de una campaña destinada a hacer casi imposible la logística ferroviaria rusa.


El ritmo y la precisión de la campaña se están acelerando, ya que Ucrania ahora ataca más profundamente, con mayor frecuencia y con un arsenal más amplio de bombas ferroviarias, drones FPV, unidades de sabotaje y ataques coordinados con drones. Esto refleja no solo la innovación ucraniana, sino también un manual estratégico descrito meses atrás en informes y repetido por analistas rusos.

Los ferrocarriles son la columna vertebral logística de Rusia, ya que casi todo el equipo pesado, el combustible y el personal destinados a Ucrania pasan por unos pocos cuellos de botella, puentes, subestaciones de tracción y estaciones de conmutación. Si dos o tres de estas interrupciones ocurren al mismo tiempo, las reservas quedan atascadas, las rotaciones se retrasan y la presión ofensiva continua se derrumba, lo que permite a los soldados ucranianos en el frente enfrentarse más fácilmente a ofensivas dispersas.

Más allá de los ataques más llamativos, el resto de la retaguardia también está bajo presión, porque en la región de Leningrado tres vagones más descarrilaron, y en la región de Komi los partisanos incendiaron una locomotora en la estación.

Ataques con drones dañaron gabinetes de relés en la estación de Archeda, en Volgogrado, y provocaron incendios en múltiples puntos ferroviarios de Rostov. En Vorónezh, un ataque ucraniano golpeó una subestación de tracción que alimenta la línea Zhuravka-Millerovo, una ruta construida para evitar territorio ucraniano, y forzó la desconexión automática del reactor nuclear cercano debido a la inestabilidad eléctrica.


Krasnodar y Briansk también vieron subestaciones atacadas, ambas claves para mover trenes a lo largo del corredor sur. En Melitopol, la inteligencia ucraniana voló un depósito de municiones vinculado a una ruta ferroviaria y mató a varios infantes de marina rusos, mientras trenes de combustible adicionales fueron atacados en Molochansk y en el sur de Zaporiyia.


El patrón de los ataques sigue una lógica clara, no solo apuntando a trenes en movimiento, sino atacando la infraestructura estática que los sostiene: subestaciones, gabinetes de relés y estaciones de conmutación son ahora objetivos habituales. En total, fuentes rusas admiten que más de 250 trenes fueron retrasados solo en las últimas semanas, con la mayor parte de la disrupción económica proveniente de los ataques en las regiones de Rostov, Volgogrado y Krasnodar. Se trata de una degradación a nivel de mapa que puede no paralizar por completo la logística rusa de un solo golpe, pero que es sostenida y cada vez más difícil de contener para Moscú.

En conjunto, el colapso de la logística rusa ya no es una predicción; es un proceso visible que se desarrolla en tiempo real. Ucrania ha encontrado la fórmula para evitar objetivos militares fortificados y golpear la infraestructura estática y vulnerable que los respalda. Sabotajes ferroviarios, emboscadas a trenes de combustible y ataques selectivos contra subestaciones han dejado a Rusia luchando por reparar, desviar y recuperar su red ferroviaria.

Con cada ataque, el costo de mover suministros aumenta y el margen para sostener sus distintas ofensivas se reduce. Si este ritmo se mantiene, Rusia pronto podría no ser capaz de moverse lo suficientemente rápido como para luchar, ya que muchos sectores ya muestran una disminución drástica en el ritmo ofensivo ruso.

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